martes, 8 de octubre de 2024

 

EL PATRIMONIO DE LOS MISIONEROS DE LA PRECIOSA SANGRE Y EL LEGADO DEL MARQUÉS DE OVANDO EN CÁCERES

 

Don Vicente Mariano de Ovando Solís y Perero (1783-1864), III Marqués de Ovando (en su origen, marquesado de Brindis), fue un rico hacendado cacereño, que en varias ocasiones rigió la villa. En 1824 fue nombrado gentilhombre de Cámara de Fernando VII. A la muerte del monarca en el año 1833 apoyó la causa del Infante don Carlos, convirtiéndose en un destacado carlista. Cuando los ejércitos liberales afirmaron la corona hispana en las sienes de Isabel II tras el abrazo de Vergara en el año 1839, decide emigrar a Italia, donde contraerá matrimonio ya sexagenario. Será en aquel país donde tenga conocimiento de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre, institución de gran prestigio por aquellas fechas debido al testimonio evangélico y misional de sus miembros a lo largo de todo el territorio italiano.

El Marqués don Vicente Mariano, conmovido por la labor de aquellos sacerdotes, hará testamento en el año 1856 a favor de la congregación legándoles gran parte de su fortuna, entre las que se encontraban la Casa del Sol y la Casa de la Cuesta de la Compañía con la finalidad de que se estableciera "un Instituto del PP. Misioneros del Búfalo... si llegara el caso que no haya dificultad que esta asociación o Instituto se funde como Comunidad Religiosa perpetua es mi voluntad hacerles entera y absoluta donación de todos los bienes y rentas durante su existencia.".  En su exilio en Italia conoció don Vicente Mariano a Gaspar del Búfalo, fundador de la congregación de “Misioneros de la Preciosa Sangre” y le concedió el usufructo de la Casa del Sol, cuando falleciese su esposa. La orden se estableció en 1899 y aquí continua, aunque la propiedad es del Obispado de la Diócesis de Coria-Cáceres.

Aunque don Vicente de Ovando fallece en el año 1864 en Turín, no será hasta el año 1898 cuando llegue el primero de los padres misioneros a la ciudad de Cáceres, don Bartolomeo Corradini. Don Vicente Mariano, dejó como heredero de todos sus bienes, después de la muerte de su esposa, al Obispo de Coria-Cáceres y usufructuarios de los mismos a los Misioneros de la Preciosa Sangre. En  el año 1870 el sacerdote cacereño don Antonio Palomo, escribió a Roma, al Superior General de la Congregación, don Juan Merlini, dándole a conocer el legado y comunicándole que sería bueno para la ciudad aceptarlo. Merlini respondió que deseaba se llevase a término dicha obra. Después de todos los preparativos pertinentes llegó a Cáceres el primer misionero de la Preciosa Sangre, Bartolomeo Corradini, el día 15 de noviembre de 1898, siendo bien acogido por el Obispo, el clero y todo el pueblo, concediéndole la Iglesia del Instituto (perteneciente al Colegio de los Jesuitas, antiguo Instituto).

A este sacerdote le seguirán otros como el padre Octavio Zavatta y el hermano Luis Bufalini ejerciendo ambos su apostolado en misiones populares.   En el año 1901, por orden del Sr. Obispo, se erigió la Cofradía de los Luises, que se había desechado en la parroquia de San Mateo. El primer misionero español fue don Críspulo Andrada Pozo, del Casar de Cáceres.  En el año 1910 es enviado don  Juan Antonio Guerra a abrir una nueva casa de la Congregación en Valencia de Alcántara, que años después se cerró.

En el año 1924 se abrió una galería subterránea de comunicación entre la Casa del Sol y la iglesia –que aún se utiliza- en la que los misioneros han trabajado en el ministerio de la palabra. Los padres italianos estuvieron en España hasta el 11 de mayo de 1939, fecha en la que llega el primer misionero de Alemania, el padre Otto Grunwald, después vendría el padre Otto Schneider.

Por tanto, los misioneros venidos de Italia permanecerán en Cáceres hasta el año 1939, en que serán sustituidos por padres alemanes de la Provincia Teutónica. No será hasta el año 1960 en que los misioneros ibéricos se hacen cargo de la dirección del Vicariato. El primer Vicario de origen hispano sería el padre José Outeiriño Lage. El 7 de junio de 1987, los Misioneros de la Preciosa Sangre de España y Portugal dejaban de ser un vicariato, dependiente jurídicamente de la Provincia de Alemania y pasaban a ser la provincia Ibérica, independiente, siendo elegido como director provincial el padre Paulino Hernández, natural de Madroñera (Cáceres).

El fundador de los Misioneros de la Preciosísima Sangre fue el padre Gaspar del Búfalo (Roma6 de enero de 1786 – falleció en Roma, 28 de diciembre de 1837) fue un religioso y sacerdote italiano, venerado como santo por la Iglesia Católica, el febrero. Sus padres Antonio y Anunciata del Búfalo le pusieron los nombres de los tres reyes magos pero usaba solo el de Gaspar. Su padre era también de Roma y se ganaba la vida como cocinero en el palacio del Príncipe Alieri. La pareja tuvo dos hijos: Gaspar y Luis.

Al parecer durante su niñez contrajo una grave enfermedad de la que salió librado, según él mismo afirma, por intercesión de san Francisco Javier. Esto motivó que en la congregación que fundaría poco después se venerara a este santo como patrono celestial.

La vida educativa de San Gaspar del Búfalo transcurrió en su ciudad natal. De niño asistió a una escuela pública. A los dieciséis años pasó al prestigioso Colegio Romano, fundado por San Ignacio de Loyola en 1550. Allí recibió los cursos de Filosofía, Matemáticas, Física y Teología. Fue precisamente en las aulas universitarias donde el espíritu de Gaspar tomó forma y aprendió a dominar los impulsos de su niñez. Los cursos en los que más destacó fueron –obviamente- todos los concernientes a la religión y a la teología. Sin embargo, cuando sentía alguna dificultad con la filosofía o las matemáticas, en lugar de deprimirse, se recogía ante la imagen de la Virgen María o de un crucifijo y la tranquilidad llegaba.

 

Fue admitido a la tonsura en 1800 y ordenado sacerdote en julio de 1808. El 8 de diciembre de ese año realizaba su ministerio con el Padre Francesco Albertini con quien fundó la Archicofradía de la Preciosa Sangre en la Iglesia de San Nicolás in Carcere, Roma. Ese mismo año las tropas de Napoleón invadieron Roma y obligaron a los religiosos a prestar juramento de lealtad al militar francés. Gaspar no quiso jurar y respondió a los soldados con una frase ya célebre: "No puedo, no debo, no quiero". Por ello, fue exiliado a Piacenza a unas 250 millas de Roma. Allí volvió a enfermar con un mal que no lo dejaría hasta la muerte. Después fue trasladado a Bolonia y recluido en diversas cárceles hasta 1814 por la caída de Napoleón.

El 15 de agosto de 1815, Gaspar comenzó la Sociedad de la Preciosa Sangre (C.PP.S.). La fundación tuvo lugar en la Iglesia de San Felix en Giano dell'Umbria, una ciudad al norte de Roma. Entre los cofundadores célebres cabe mencionar a los Padres Bonanni, Giampedi y Albertini (que luego fueron ordenados obispos) y Merlini (quien sucedió a Gaspar al frente de la congregación).

Cuando murió en 1837, la congregación contaba ya con 15 casas. Fue beatificado en 1904 por el Papa Pío X y canonizado por el Papa Pío XII en 1954. La liturgia católica lo recuerda el 19 de febrero.

La misión de la Preciosa Sangre consiste en continuar por el mundo la obra de San Gaspar, predicando la renovación y la conversión a través de misiones y retiros. Además, prosiguen con su labor misionera y pedagógica en los diferentes centros educativos, hospitales, parroquias y prisiones. Como misioneros, ellos trabajan donde existen más necesidades y donde la palabra de Dios no ha sido aún conocida.

Siguiendo el ejemplo de San Gaspar, los misioneros viven en comunidad cuando las necesidades del apostolado lo permiten. En vez de votos, los une un vínculo de caridad por el cual ponen sus dones al servicio de la Iglesia y de los compañeros. Sus casas son centros de oración y reflexión en los que se renuevan para la misión.

La sangre derramada por Cristo fue para San Gaspar –y lo es para los Misioneros de la Preciosa Sangre- el signo del gran amor de Dios a todos los hombres y mujeres. Esta espiritualidad de la Sangre impulsa hoy a la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre (CPPS) a construir comunidad, a caminar en solidaridad con los que sufren y a buscar la reconciliación en un mundo dividido.

Actualmente, la Preciosa Sangre tiene presencia activa en más de 20 países a nivel mundial. La congregación está dividida en 17 unidades (7 provincias, 4 vicariatos y 6 misiones). En el ámbito latino, los misioneros se encuentran en Brasil, Colombia, México, Guatemala, Chile y Perú, contando con más de mil miembros entre sacerdotes, hermanas y estudiantes.

La presencia en la Provincia Ibérica (España, Portugal y Guinea Bissau) de la congregación fundada por el padre Búfalo se encuentra representada en las siguientes fundaciones:



-Cáceres: Casa Madre, con una Comunidad secular y Casa de Misión.

-Fuente de Cantos: Colegio de San Francisco Javier.

-Madrid: centros parroquiales en los barrios de La Fortuna y Orcasitas.

-Villaviçosa (Portugal): Parroquia de San Bartolomé, comunidad y, seminario.

-Proença a Nova (Portugal): Colegio, seminario y misión.

-Verride (Portugal): La más joven de las casas. Actual seminario mayor de las comunidades lusas

-Safim (Guinea Bissau): Parroquia y Misión.

-Bisakil (Guinea Bissau): Casa para seminaristas.



El 23 de abril del año 2012 se constituye a iniciativa de los PP. Misioneros de la Preciosa Sangre, la Fundación Gaspar del Búfalo con la intención de gestionar el patrimonio del legado y favorecer la consecución de los fines y objetivos propuestos. Entre las fuentes documentales consultadas hemos podido contar con “El Heraldo de la Preciosa Sangre”, fue una revista de carácter religioso, fundada por el padre Pablo Bausman, editada por los Misioneros de la Preciosa Sangre y dirigida por don Pablo Casiano, teniendo su sede en la Casa del Sol. Tenía carácter mensual, salió el primer número en el mes de enero de 1950 y el último en agosto de 1967, habiendo cambiado su cabecera por la de “El Heraldo”.

Más modesta fue la publicación “Amigos de la Preciosa Sangre”, a partir de 1986, que se repartía gratuitamente entre los Amigos de la Preciosa Sangre. 

La propiedad más importante es el edificio de la Casa del Sol. Es uno de los edificios más representativos de la ciudad de Cáceres, denominado “Casa del Sol” o de los Solís, por ser esta la familia que vivió en ella y también por el escudo que campea en su fachada. Edificio ubicado en la calle Monja, próximo al ábside de la iglesia de San Mateo. En una esquina hay una torre de ángulo en la que está la portada principal, esta torre fue afectada por la Orden de Isabel Y Fernando de desmochar las torres hasta la altura de los tejados y eliminar troneras y saeteras, con el fin de evitar incidente entre los nobles. Es una edificación del siglo XV con remodelaciones en el siglo XVI.

La fachada principal está compuesta por los siguientes elementos: Puerta en arco de medio punto con dovelas de granito. Encima de esta puerta y enmarcado por alfiz gótico campea el escudo de los Solís (bajo un yelmo de caballero, figura de sol con dieciséis rayos y cabezas de serpientes mordiendo ocho de sus rayos). En la parte superior del alfiz tenemos una ventana. En el lado izquierdo del alfiz vemos una gárgola. En la zona más alta de esta fachada y escoltado por dos ventanas en arco rebajado, hay un matacán cilíndrico sujeto por tres mensulones con aspilleras en forma de cruz. El más destacado miembro de la familia Solís fue don Gómez de Solís que nació hacia el año 1410 en el seno de una familia noble cacereña siendo el segundo de cinco hermanos. Por eso al cumplir 25 años se vio obligado a marchar a Madrid a buscar fortuna. En la Corte tuvo un gesto de valor, al dar muerte a un toro que había puesto en aprieto a uno de los lidiadores. El Rey, Enrique IV de Trastamara, que estaba presente, le recompensó nombrándole privado suyo y más tarde, en 1458, Pio II le concedió ser  “Maestre de Alcántara”. Fue muy criticado por su gestión, ya que faltaba con frecuencia a su palabra y además favoreció mucho a sus familiares.

También fue protagonista en la guerra civil de la Orden. Todo comenzó en la boda de su hermana Juana, en la que el Clavero de la Orden, Alonso de Monroy, avergonzando al novio al ofrecerse a luchar con él, y porque le dejó maltrecho en una pelea. Monroy fue preso y llevado a Alcántara, de donde escapó, comenzando, junto a sus partidarios, una guerra contra el Maestre. Murió en el castillo de Magacela en 1473, fue enterrado en el convento de San Francisco de Cáceres.

Accedemos por la portada en arco de medio punto al interior de la Casa del Sol, tras pasar el zaguán pasamos al interior del edificio residencial. Frente a la puerta de entrada una elegante escalera de cantería permite el acceso a los pisos superiores. En un lateral de la entrada, en un nivel más bajo, pasamos a un bello patio cuadrado muy bien proporcionado con dos niveles. El claustro o patio bajo sobre arcos de medio punto sostenidos por columnas con capiteles jónicos de volutas con motivos figurativos y el superior con capiteles en forma de elegantes zapatas decoradas con rosetas y otros motivos vegetales y elegante balaustrada. Por una puerta de medio punto de cantería, pasamos a otros salones cubiertos con bóveda de aristas de ladrillo. Estancias que en su día se utilizaron como almacenes y, actualmente, han sido rehabilitadas para construir la capilla de los misioneros de la Preciosa Sangre. En esta estancia está el pasadizo que permite el acceso desde la Casa del Sol a la iglesia de San Mateo, aún practicable y en uso diario. En un nivel aún más bajo, hay otros dos patios, uno de ellos claustrado de arquerías de medio punto con columnas toscanas y arcos escarzanos con el paramento ornamentado con azulejos talaveranos de hacia 1910. En el otro patio se conservan algunos restos de acarreo, concretamente columnas, capiteles y un ara romana de granito que por el tipo de letra regular con remates triangulares parece corresponder a los primeros siglos del Imperio y en la que puede leerse: "Pellius/ Bouti f(ilius)/ (...)".

Volviendo a la entrada principal, en uno de los descansos de la subida de la escalera, nos encontramos con un interesante Crucificado del siglo XVIII sobre cruz de gajos, perteneciente a los bienes muebles del legado del Marqués de Ovando. Un valor adicional, íntimo, presenta este Crucifijo con paño de pureza abultado y anudado en la cadera izquierda de Jesús. La pieza es obra de hondo dramatismo. Cristo acaba de expirar. La cabeza, tocada con corona de espinas descansa con cierta serenidad sobre el hombro derecho, tórax y abdomen, de perfecto tratamiento anatómico, aparecen todavía contraídos por el dolor y la sangre aparece localizada y contenida en las heridas habituales.

En torno a la galería superior, cuelgan cuadros realizados al óleo sobre lienzo con las representaciones de San Francisco de Asís y la Negación de San Pedro, ambos correspondientes a los años finales del siglo XVII. Concretamente el cuadro de la Negación, reza en un rótulo en un lateral del mismo lienzo: "Negación de S. Pedro". El cuadro es un fiel reflejo del momento en el que una mujer le pregunta a San Pedro si era uno de los que acompañaba a Cristo y él lo niega, por tanto la escena carece de toda intensidad y emoción, aún no se ha producido la expresión doliente del Santo. Recordamos que este tema iconográfico se refiere al arrepentimiento de San Pedro tras haber negado a Jesús por tres veces antes de que cantar el gallo, como se lo había advertido Cristo. En efecto, cuando San Pedro tiene esa debilidad se acuerda de que ya le había sido anunciada por Jesús, por lo que el apóstol salió al exterior y lloró amargamente: "Et egressus foras Petrus flexit amare" (Lc. 22, 62). Tras el Concilio de Trento abundarán las representaciones de este tema pues resulta elocuente de la importancia del arrepentimiento como aspecto sustancial del sacramento de la Penitencia. Se pensará también genéricamente en San Pedro, como pontífice de la Iglesia, pero de un modo especial por su condición de singular arrepentido.

El salón principal está rodeado de cuadros que representan a representantes del marquesado de Ovando. En uno de ellos se representa a don José Francisco de Ovando y Ovando, Marqués de Ovando, según reza en un escrito pintado en el mismo cuadro y coronado por el escudo de armas del Marqués: “Dn. Joseph Francisco de Ovando y Ovando, Solis y Rivadeneyra, Marqués de Ovando, Teniente Coronel del Regimto, de Ynfanteria de la Princesa, como de su Segundo Batallon, y de las Armas del Canton, y Excolta de Algexiras”.

El artista nos facilita la fecha en una hoja de separación de un libro que el propio artista ha pintado en el lienzo: “Agosto de 1784”.  Otorgó testamento en Madrid el 17 de octubre de 1793 (Archivo Casa del Sol).

Preside la estancia un magnífico cuadro en el que se representa a la religiosa Sor María Manuela Bárbara, en el inferior del cuadro reza: “La R. M. Sor Maria Manuela Barbara del SSmo. Rosario Religiosa de Velo y Coro del Conv. de Dominicas de la Ciudad de la Puebla, hija lexitima del Muy Ilustre Sor. Fran. Jose Ovando y Solis, Marquez de Ovando, Gefe de España de su Armada y de la Ilustrisima Sra. Maria Barbara Ovando y Rivadeneyra, Profesó solemnemente el dia 29 de Henero de 1786  de edad (..) 17 meses y 9 dias”. Cautivador retrato de una religiosa dominicana adolescente. Su carácter realista se acentúa con un claroscuro rotundo que modera el hábito y los accesorios, y que se suaviza en la delineación de los delicados rasgos fisonómicos de la modelo, tanto en el rostro, en las manos. Figura de cuerpo entero recortada sobre un fondo neutro, posando con las manos sobre un libro abierto. Entre la sencillez del aparato escénico, cobra fuerza e intensidad la expresión de su mirada hacia el espectador, así como la captación de la textura de sus atuendos. El gesto de las manos sobre el libro abierto sugiere una promesa o una evidencia de su condición.

Un óleo sobre lienzo barroco del último tercio del siglo XVIII que representa a María Manuela Bárbara, cuando era niña, la misma que aparece en otro óleo sobre lienzo, ya como religiosa dominica. El modelo de este retrato es una niña en un vestido y pañales de encajes con gorro a juego. Reposa sobre un cojín. Parece que el niño está herméticamente fajado, se le vestías y no sólo para que estuviera tranquilo sino también para dar forma a su cuerpo y evitar las malformaciones de sus piernas. Hasta finales del siglo XVIII no desapareció esta fajadura de los niños de pecho, realmente poco higiénica, ya que siendo trabajoso el fajado, sólo se cambiaba los niños dos veces al día. Las mujeres aristócratas que no amamantaba a sus hijos, tenían embarazos más seguidos que las mujeres que eran nodrizas o las mujeres del pueblo, quienes alimentaban ellas mismas a sus hijos; la duración de la lactancia y los tabúes a su alrededor espacial a los nacimientos. La lactancia mercenaria así como toda aquella farmacopea contra el ablandamiento de los senos, testimonian los cuidados que las mujeres practicaban para proteger sus pechos. Por el contrario parece que su contorno de cintura estaba sujeto a constantes fluctuaciones impuestas por los continuos embarazos y que la moda ajustada no era muy propicia para este tipo de situación.

Al lado, un óleo sobre lienzo que representa a Cristo con la cruz a cuestas, obra del siglo XVIII. La escena presenta el busto de Cristo cargando con la cruz, con corona de espinas en la cabeza. Es una obra tenebrista.

En otra sala hay tres óleos sobre lienzo que representan un Ecce-Homo, un Calvario, y un San Miguel Arcángel. En este tema iconográfico se nos presenta a San Miguel en el momento en el que va a combatir al dragón apocalíptico o Satanás, que no aparece en escena en el cuadro. El Arcángel va provisto de una anacrónica coraza dorada con remates ondulados. Empuña una larga y fina cimitarra o alfanje con la mano derecha y en la otra lleva un escudo oval adornado con las siglas Q.S.D., abreviaturas de la frase latina Quis sicut Deus (Quién como Dios) que alude a su preeminencia entre los espíritus celestiales. Su participación en la divinidad también está representada por el color dorado de sus rizados cabellos enmarañados, que cubren una pequeña cabeza y forman bucles en las puntas. Lleva una gran falda de color rojizo policromada y con adornos también dorados. Sus dos alas explayadas surgen de un ceñido jubón desde el que sale el ampuloso faldellín. De estilizada y frágil figura.

 En la representación del Ecce-Homo se nos muestra un Cristo coronado de espinas, todo mansedumbre y resignación. Aspecto que se transmite a la disposición relajada de las manos sosteniendo la caña. La simplificación del tema y la expresión ausente y ensimismada, preludio del sacrificio, coadyuvan a un intenso sentimiento de compasión por parte del fiel. El manto, sujeto en el hombro izquierdo, cae en blandos pliegues curvilíneos, dejando ver una anatomía enflaquecido a, pero tratada con vibrante luminosidad que contrasta con la semipenumbra en la que se sumerge la figura de Cristo, rodeada de suave contraluz. Es obra del siglo XVIII.

Alrededor del cuadro de la escena del Calvario puede leerse: “DICE MARIA ATENDED  AI DOLOR SEMEXANTE AMI DOLOR: IGNACIO JOSEPH DE THENA. AÑO DE MDCCIX"  Por tanto, es obra del pintor Ignacio José de Tena, activo en el siglo XVII. Encontramos ante la dramática representación del calvario ocupando que esto el centro de la escena, a un lado la Virgen y al otro San Juan Evangelista que, con sus volados paños incorporan un dinamismo a la vez movido pero con sobriedad y contención compositiva y equilibrio, mientras la figura de la Magdalena a los pies de la Cruz está concebida como complemento compositivo y pieza de unión entre los distintos ángulos del grupo. Un ángel aparece en escena portando un cáliz que acerca hacia el cuerpo de Jesús para recoger la sangre que brota del costado. En su tratamiento pictórico el artista tiene presentes las calidades de carnación y ropajes con los colores tradicionales resueltos con notable economía, buscando más el contraste que la cantidad y el efectismo.

En la actualidad en la biblioteca y en un armario de nogal del siglo XIX decorado ricamente se conserva un importante archivo con documentos sobre linajes cacereños, integrados en 25 legajos, cada uno de los cuales ocupa un cajón,  e interesantes legajos de los siglos XVI al XVIII de América y Filipinas, que fueron clasificados por el eminente historiador don Simón Benito Boxoyo en 1801. El Inventario de los bienes de la familia Ovando-Solís fue revisado y realizado por el padre Superior de los Misioneros de la Preciosa Sangre don Evelio Tábara Delgado en el mes de diciembre del año 1970. El archivo representa un ejemplo típico de archivo señorial, resultando de la fusión de los archivos de casas señoriales cacereñas: Ovando, Solís, Rol, Figueroa, Topete, Rocha, Paredes y Cotrina, que fueron afluyendo a través de los años en la familia Ovando-Solís, ennoblecida por el rey Carlos III con el marquesado de Ovando. El último Inventario de los Fondos Documentales del Archivo señorial de la Casa del Sol, fue realizado por don Pedro Rubio Merino, Académico de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes ya que los inventarios realizados con anterioridad quedaron incompletos, datando el documento más antiguo en el año 1409, se trata de la carta de propiedad de la dehesa de la Hinojosa y el documento más moderno corresponde al año 1862.

El Archivo de la Casa del Sol (marquesado de Ovando) recoge los enlaces matrimoniales, el origen y desarrollo de los mayorazgos, su historia, las propiedades desde del siglo XV, las disposiciones testamentarias de la familia, así como la rica colección de árboles genealógicos. Siendo de especial interés los expedientes de limpieza de sangre, las informaciones de nobleza e hidalguía previas para ser nombrados caballeros, así como ejecutorias reales, sentencias, cartas de hidalguía, partidas de bautismo y matrimonio, documentos relativos a las Órdenes Militares de Santiago, Alcántara y Calatrava. Además, ostentaron el patronato sobre iglesias, capillas, casas.

Entre los documentos destacamos el testamento de don Juan Durán de Figueroa por el que funda el convento de la Purísima Concepción de Cáceres y un Patronato afecto al mismo (3 de abril de 1505);

Entre las posesiones destacamos la carta de partición de tierras en la Torre de Mayoralgo entre Leonor Sánchez y Sevilla Blázquez (pergamino, 2 de julio de 1494); carta de censo sobre una huerta al cuarto del Guadiloba a favor de Gómez Rodríguez (10 de septiembre de 1536); carta de propiedad de una viña en las Matas de Ribera y Nidos (24 de octubre de 1640); carta por la que Juan de Orellana promete a Francisco Gutiérrez la mitad de un tercio de la dehesa del Pozuelo, a condición de casarse con su hija María de Orellana (19 de febrero de 1494);  carta de donación de unas casas al horno de Corbacho otorgada por Diego Ojalvo  y su mujer a su hija Catalina García para su dote (31 de agosto de 1589); escritura de compra de la casa “Colegio Viejo” en la Cuesta de la Compañía (perteneció a los jesuitas, 12 de agosto de 1794); carta por la que el convento de San Pablo dona a Francisco Gutiérrez de Ovando una casa en la collación de San Mateo (1 de marzo de 1502); carta de venta de unas casas en la judería vieja por Juan de Osma a Francisco Valdivieso; escritura por la que la villa de Cáceres hace merced de un colmenar en la Sierra de San Pedro a Francisco Gutíérrez (11 de enero de 1761); títulos de propiedad del asiento de Moscardiel en el heredamiento de las Seguras (4 de mayo de 1751); cartas con títulos de propiedad y derechos sobre diversas viñas en Cáceres, Casar y Alcántara (de 1489 a 1550); cartas con títulos de propiedad sobre diversas tierras en Torremocha (1532-1630); título de propiedad de la Colada del Salor, de la que el Ayuntamiento hizo merced a don Gutierre Solís Ovando el 3 de marzo de 1702; carta de propiedad de un molino en el río Almonte y una casa en la plaza de Cáceres (30 de mayo de 1557); títulos de propiedad de diversas tierras en la Sierra de San Pedro, Aldihuela y Torremocha (1524-1733) y tierras en Malpartida (27 de diciembre de 1489); cartas con títulos de propiedad o derechos sobre las dehesas de Campillo, Gallegos, Dehesilla, tierras en Aldea del Cano, dehesas del Carrascal, del Espadero, fuentes del Cobo, Patillas, Campo de Alcántara, Valdemarra, Santa Leocadia, Collado, Carrizos, Arroyo de la Higuera, Borricopardo, Castillejo de Salor, Casas del Carrasco, Palilla, Coraja y Mingajila de Ulloa (1482 a 1612); cartas de propiedad y derechos sobre las dehesas de Guadalperal, Campillo del Roma, Arenal, Sancho Gil, Ramogil y Matallana (1463-1588); títulos de propiedad y derechos sobre casas, solares y censos en la villa de Aliseda (1522-1614); cartas de propiedad y derechos sobre censos, casas, huertas y dehesas de la Cintada, Olmillo, Campo de Braceros, Castillejo del Salor y Ruelmito (1526-1622); carta de propiedad y derechos sobre las dehesas Hinojosa, Galindo, Garguera, Canalejas, Mingagila, Suertes de Rocha, Patilla, Seguras y Mogollones (1409-1532); inventario de bienes que Francisco de Ovando Figueroa poseía en Aldea del Cano (9 de noviembre de 1580); cartas de propiedad y derechos sobre la dehesa Palacio de la Golondrina (17 de abril de 1524); cuentas del hospital de Sierra de Fuentes que pertenecía al patronato de la casa Cotrina-Topete (21 de febrero de 1721) y de la misma casa los títulos de propiedad y derechos sobre casas, viñas, tierras y dehesas de Casas de Carrasco, Higuera, Muelo, Huerta y Acera (1502-1761); escrituras de propiedad y derechos sobre molinos, casas y tierras de pan sembrar y sobre las dehesas de Gómez Nuño de Abajo y la Canaleja (1476-1629).     

 






 

 



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