La
pintura mural en la ermita de Nuestra Señora de la Luz de Arroyo de la Luz
(Cáceres)
Se encuentra situada a 3 km de la localidad.
En este hermoso y artístico Santuario mariano se venera a la Virgen de la Luz,
Patrona de la localidad. La devoción de todo un pueblo hacia una advocación
mariana parte de un hecho trascendental que tiene sus orígenes en una venerable
leyenda que nos relata lo siguiente: “Es
un atardecer de primavera en el lugar que ahora llamamos Dehesa de la Luz,
cerca del pozo que decimos de las matanzas. Los cristianos y los moros están
empeñados en feroz combate. Las fuerzas están empeñados en feroz combate. Las
fuerzas están equiparadas. La victoria no se inclina en favor de ningún bando.
Oscurece. Se sigue luchando en la penumbra. Ya no se ve. De pronto, en medio de
la lucha, una Señora llena de luz aparece sobre una encina. Grandes
resplandores emanan de su figura. Esta luz, como un sol, ilumina a los
cristianos y ciega a los musulmanes. Aquellos al amparo de la luz de la Señora
consiguen una gran victoria. La señora era la Virgen de la Luz. Muchos
cristianos eran arroyanos que, agradecidos, le levantaron una ermita.
Los hechos históricos son estos: Era en los primeros días del mes de abril del
año 1229. El Rey que mandaba a los cristianos era Alfonso IX de León que
conquista Arroyo y, a los pocos días, Cáceres el 23 de Abril, día de San Jorge,
de 1229. Este Rey de León, casado con Dª Berenguela de Castilla, es el padre de
Fernando III, el Santo. Los moros eran los almohades. Estos árabes habían sido
ya derrotados pocos años antes en la célebre batalla de las Navas de Tolosa de
1212 por los reyes de Castilla, Aragón y Navarra. El lugar de la batalla, el
arroyo y el pozo de las Matanzas. Se llama de las Matanzas por las muchas bajas
de los moros que murieron en el encuentro.
Otra leyenda, o tradición, que explica la fundación de la ermita y la devoción
a la Virgen de la Luz de distinta manera es la del Conde Pelagio. Es en el
siglo VI. Dominan en España los visigodos. Eran arrianos. Una herejía que
negaba la divinidad de Jesucristo, y por lo tanto, la maternidad divina de
María. El Conde, fiero él, se enamoró perdidamente de una linda pastorcita,
creyente ella, muy cristiana y fervorosa. Pelagio se llamaba el Conde, Leticia
la pastorcita. A las reiteradas pretensiones amorosas del Conde se opone la
hermosa pastorcita alegando: No me casaré jamás con un hombre no católico. Yo
amo a María la Virgen y a Jesús. El conde, enfurecido por la negativa, mandó
encarcelar a Leticia y a toda su familia. En los calabozos del castillo rezaba
la bella pastorcita.
El segundo día de Pascua los criados del Conde irrumpieron en su presencia para
decirle asombrados: ¡Señor!, el rebaño de Leticia, la pastorcita prisionera es
cuidado por una anciana llamada María que ha devuelto la vista al ciego
escudero Sixto. Y más dijeron al conde: Que cuando fueron a detener a la
anciana para traerla al castillo, les había sido imposible hacerlo porque sus
pies se habían quedado clavados en el suelo junto a una encina. Al mismo tiempo
decía la anciana: Arrepentidos los quiere Jesús. Decid al Conde que si no da
libertad a Leticia y su familia se quedará ciego hasta que, arrepentido, se
haga creyente. Enfureciéndose luego el Conde y, en su ira, quiso matar a
Leticia, a su familia, a la anciana María y al rebaño. Y, al instante, Pelagio
quedó ciego, según la profecía.
Sumido
en la oscuridad de la ceguera, cayó de rodillas penitente el Conde, y ,clamando
en alta voz, decía: ¡Señor, perdón, creo en Tí! Recobró la vista, convertido, y
dio la libertad a Leticia y a su familia. Aceptó la pastora los amores del
Conde y se casaron junto a la encina sagrada donde habían visto los criados a
la anciana María. Y sobre la encina, apareció una señora muy bella y
resplandeciente que les dijo: ¡Seguid siendo buenos cristianos! ¡La religión de
Jesús os salvará! La anciana María soy yo. Seré vuestra luz en las tinieblas.
Yo seré vuestra Patrona. Yo seré vuestra Virgen de la Luz y os protegeré en las
desgracias”[1].
Ermita
de la Virgen de la Luz
La Virgen fue Coronada Canónicamente el día
23 de abril del año 2006 por el Obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres don
Ciriaco Benavente Mateos, el mayordomo era don Florencio Crespo. Son notorios
los numerosos y ricos bienes de la Virgen que se relacionan en los inventarios,
cuentas y libros de visitas que se conservan. Revisando los inventarios
observamos que muchas obras de valor, de oro y plata, han desaparecido, así
como lámparas de plata, relicarios y coronas de las imágenes, por los problemas
bélicos acaecidos en la zona en el siglo XIX, las luchas de absolutistas y
liberales, las guerras carlistas y la desamortización. En el año 1809 los
franceses destrozaron parte de la ermita y quemaron la imagen de la Virgen de
la Luz y la del Santo Cristo de la Expiración, así como la de San Benito[2].
La ermita es una construcción de mampostería
y sillería, de una nave y presbiterio rectangular. Próxima a la misma, se han
localizado restos de un asentamiento rural romano, habiéndose recuperado un ara
de granito rojizo con su cornisa, fuste y basamento donde se puede leer: “I
(ovi) O(ptimo) M(aximo). Talabus Victori(s) f(ilius) sol(vit), así como una
estela de granito de forma rectangular, donada al Museo de Cáceres con la
inscripción: mio f(ilius) pa(tr)ono mer(itissimo) pientissimo f(aciendum)
c(uravit)[3].
También, tumbas antropomorfas excavadas en la roca, del siglo VII d. C. Junto a la ermita se encuentra la casa del
ermitaño que se remonta al siglo XVII, durante la mayordomía de don Esteban
Hernández Polo (año 1634).
Portada
fachada principal
Tres puertas permiten el acceso a la ermita;
las de los lados del Evangelio y de la Epístola son muy sencillas, abiertas en
arco de medio punto; la de los pies, en arco apuntado, presenta decoración de
bolas. Canteros portugueses construyeron entre los años 1619-1620 el atrio de
la ermita con sus postes, durante la mayordomía de don Antonio Hernández
Guzmán. La ermita tiene un pórtico cerrado por una reja de hierro rodea todo el
edificio, que se ejecutó entre los años 1778 y 1780, siendo mayordomo don Juan
Cordero Parra, costó 3300 reales y las obras corrieron a cargo del maestro Juan
Cantero; y en el año 1895 Francisco Macías y Acisclo Rodríguez cobran 490 ptas.
por colocar 10 verjas de hierro en los portales y el herrero Juan Rodríguez
hace la cancela de hierro por 337,25 ptas. y Fernando Rodríguez recibió por el
hierro 422,5 ptas. En conjunto se trata
de una obra del barroco popular, del siglo XVIII, aunque conserva restos, los
arcos y la entrada de los pies, de finales del siglo XV, cuyos primeros
testimonios documentales los encontramos en la Visita que realiza en el año
1480 a la ermita el Obispo de Coria, siendo mayordomo don Pedro Sánchez Polo,
entonces se denominaba “Santa María de la Luzena”[4].
Desde el año 1500 se la conocerá con el nombre de “La Luz”. La ermita recibió
varias reformas en el transcurso de los siglos, concretamente en el año 1768,
la cofradía gastó 2515 reales que se abonaron al maestro Juan Francisco en la
obra de los portales y arreglo de la mitad Norte de la ermita que amenazaba
ruina[5].
Una de las restauraciones más importantes tuvo lugar tras la invasión francesa,
cuando quedó prácticamente derruida la ermita, llevándose a cabo obras de
reconstrucción (1809-1814)[6].
En su interior, los tres tramos de su única
nave están separados por arcos apuntados que descansan en pilares
cuadrangulares adosados, luciendo en la cubierta una bóveda de cañón con
lunetos. La ermita tuvo un artesonado de madera que se quitó en el año 1699
para construir en ladrillo la bóveda, por los maestros Juan Gutiérrez Morán y
José Hernández, vecinos de Garrovillas, obras que no finalizaron hasta el año
1741, cuando terminaron de completarse las bóvedas, en esta ocasión
interviniendo en las mismas los maestros Pedro Lobato, Jiménez Pozo y Juan
Hurtado, también vecinos de Garrovillas, cobraron por su obra 2880 reales.
La ermita tiene un zócalo de azulejos que se
colocaron en el año 1946. El presbiterio, comunicado con la nave mediante un
arco triunfal de medio punto, se cubre con cúpula sobre pechinas. A cada lado
de la nave se sitúan capillas, la del lado del Evangelio se cubre con bóveda de
cañón, y la del lado de la Epístola con cúpula sobre pechinas. Tras la capilla
mayor está el camarín de la Virgen cuyas obras finalizaron en el año 1734,
costó 6235 reales que se obtuvieron de limosnas y de la venta de seis fanegas
de tierra propiedad de la Cofradía[7].
El suelo se enlosó cuando los mayordomos de
la Cofradía eran don Dimas Collado y doña María Rino Cubillana en el año 1882,
según reza en un rótulo en la capilla mayor de la pared de la ermita; aunque la
sacristía ya se había enlosado en el año 1774, según ordenó el Sr. Obispo en su
visita pastoral. En el año 1890 se hacen
de cantería las gradas actuales del altar. Otro rótulo nos indica lo siguiente:
“SIENDO PARROCO DE ESTA VILLA D. VICENTE
CASTRO BARRIO Y MAYORDOMOS D. MANUEL MONTERO RODRIGUEZ Y Dª PAULA TATO
RODRIGUEZ SE HIZO LA TRAIDA DE LUZ A ESTE SANTUARIO. EL 14 DE ABRL DE 1952”.
En el lado del Evangelio se conserva un
púlpito de cantería, realizado por el maestro de cantería Francisco de
Escandón, de principios del siglo XVIII (ejecutado en 1703[8])
y un óleo sobre lienzo, pobre en técnica, firmado por Anselmo Hidalgo[9]
en el año 1789, que representa el martirio del presbítero Rodrigo con una
leyenda en la zona inferior: “San Rodrigo, Presvitero y Mártir natural de la
Villa de Cabra en el Reyno de Cordova.
Padezio martirio en Cordova reynando Mahamet el 13 de marzo de 857. Y, y
F. Anselmo Hidalgo en Cáceres a 12 de marzo de 1789”.
Destacamos también otro óleo sobre lienzo que
representa a San Blas, Santa Teresa y San Isidro labrador, obra de calidad
artística, presentando un esquema simétrico convencional con las tres figuras
de frente cuerpo entero, con los símbolos propios de su iconografía, sobre
pedestales con sus nombres (inscripción en tres carreteras de la zona inferior:
Sª Theresa de Jesus”, “Sn Blas” y “Sn Ysidro Labrador”). Es una obra realizada
en 1702 por Roque de Benavides, pintor y dorador, vecino de Casar de Cáceres[10].
Retablo rococó, de madera sin policromar de
un cuerpo y hornacinas central rodeada de los símbolos de la Pasión, en la
hornacina, hay una interesante imagen de San Pedro de Alcántara, en madera
policromada y estofada. Esta imagen de San Pedro Alcántara procede del convento
de San Francisco de Arroyo de la Luz, convento que fundaron los condes de
Benavente, señores de la Villa hacia el año 1570, perteneciente a la provincia
franciscana de San Gabriel de los frailes descalzos. En el siglo XIX, decretada
la exclaustración, los frailes tuvieron que abandonar el convento que tenía sus
orígenes en el siglo XVI y trasladaron las imágenes de su iglesia a la
parroquia y a la ermita de la Virgen de la Luz, depositándose las de San
Francisco y San Pedro Alcántara en el santuario.
La escultura que representa San Pedro
Alcántara es una obra de los años finales del siglo XVII. Se nos presenta el
santo, con pluma y un libro faltándole la característica paloma –que le fue
sustraída- con gran naturalismo, destacando el artista todas las arrugas del
rostro y del cuello. Es una imagen que conserva una excepcional policromía. Muy
parecida a las obras de la escuela granadina de Pedro de Mena[11].
Hay que destacar en el siglo XVII al escultor granadino Pedro de Mena, conocido
por haber fijado diversos tipos iconográficos de varios santos; su primer
ejemplo es la escultura del Museo de Bellas Artes de Granada, procedente del
convento del Ángel, que ejecutara con Alonso Cano, pero es mejor el de las
capuchinas de San Antón, en Madrid, que constituye el prototipo de Mena, al que
siguen otras esculturas como la del museo nacional de escultura de Valladolid,
procedente de la colección Guell, cual que estaba firmado en la colección Bauer
que ha desaparecido, o los que están en el museo de Barcelona, procede de la
colección Barret[12].
El retablo en el que se encuentra la
imagen de San Pedro Alcántara en la ermita de la Virgen de la Luz de Arroyo de
la Luz, también procede del convento citado.
En el presbiterio hay un retablo mayor de
obra, pintado, consta de un cuerpo como hornacina central enmarcada por
columnas sobre las que descansa un frontón partido; en la hornacina, imagen de
vestir de la Virgen de la Luz del año 1814 (obra del escultor madrileño don
Francisco Altarriva y por el importe de 1500 reales[13])
que sustituyó a la imagen antigua que quemaron los franceses en 1809, que ha recibido varios retoques en diversas
épocas, concretamente en el mes de mayo del año 1700, durante la mayordomía de
don Sebastián Antonio Marín, se pagó al pintor Juan Bravo Flores Durán 710
maravedíes por el trabajo de la escultura y encarnación de rostro y cadera y
entallar el pecho de Ntra. Sra. de la Luz y pulir las manos. En el año 1946,
según Inventario recibió nuevos retoques[14].
La bellísima imagen, representa una joven María de rostro sereno y mirada
ensimismada, que sostiene entre sus manos a una paloma. Presentando una
policromía con delicioso brillo y pulimento.
Retablo rococó, de madera policromada, con un
cuerpo y ático, obra realizada en el año 1722 por el entallador Antonio
Antúnez, dorado por Francisco González Centeno, vecino de Cáceres[15];
en el cuerpo, hornacina con columnas de capitel compuesto con la imagen de San
Francisco de Asís en madera policromada, del siglo XVIII; en el ático, el
escudo de la Orden franciscana. San
Francisco de Asís, no tiene el valor artístico de la escultura, anteriormente
citada, de San Pedro de Alcántara, pero es de bella factura popular, es
representado aquí como hombre venerable, con luenga barba, mirada concentrada y
boca entreabierta; sostiene en la mano izquierda una esbelta cruz y la diestra
con estigmas en su mano se la lleva al pecho. La frontalidad de la figura
–pensada indudablemente para una hornacina- trata de suavizarse por un ligero
“contrapposto” y la asimetría de los ropajes, que caen en numerosos y suaves
pliegues, muy naturales. Ambas imágenes de los santos franciscanos son
procedentes del Convento de San Francisco cuando tuvo lugar la exclaustración
del siglo XIX.
La cúpula está decorada con representaciones
pictóricas de la Asunción en lo alto y los Evangelistas en las pechinas con sus
símbolos, es importante destacar que estas pinturas fueron restauradas en el
siglo XX, no obstante, ya existían los cuatro evangelistas en las cuatro
esquinas de la capilla, según consta en la visita realizada a la ermita el 25
de octubre de 1701 por el visitador general del obispado don Andrés de Andrade.
Fue el pintor Francisco Mendo Montejo, el que doró y pintó el retablo mayor por
2150 reales entre los años 1658 y 1660, y recibió 300 reales más por los cuatro
evangelistas de las pechinas, también retocó la imagen de la Virgen[16].
Cúpula
con representaciones pictóricas, como la Asunción, siglo XX
Por los Inventarios realizados en los años
1891 (por el pintor Samuel de Luna), en
el año 1946, sabemos que estas pinturas fueron restauradas en ambos años,
completándose con la decoración de la cúpula[17];
inclusive, en el año 1959, se pinta y decora la capilla mayor por la viuda de
Antonio López con el importe de 31.523 ptas.; de nuevo entre los años 1982 y
1987, la Junta Directiva de la Cofradía decidió arreglar el camarín y pintarle,
trabajos realizados por Benigno Salceda, con motivo de la colocación de un
trono y plataforma de hierro giratorio para colocar a la Virgen, por los herreros
Santos y Joaquín Rodríguez[18].
Los
cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan)
Hemos de destacar las representaciones
pictóricas de los Evangelistas y sus símbolos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan),
tuvieron su origen temprano en los creyentes cristianos, ya son mostrados por
textos como en la visión de Ezequiel (antiguo testamento) y en el Apocalipsis
de San Juan. Se trata de figuras, todas aladas, para representar la divinidad y
la resurrección de Cristo, estas son: el icono de San Mateo es un ángel, un
hombre con alas, y representa la Encarnación
(dios hecho hombre). A San Mateo se dio una criatura con semejanza humana,
porque su evangelio comienza con la generación humana de Cristo, y porque en
sus escritos son sobre la naturaleza humana de Jesucristo más que lo divino.
San Marcos, su figura es el león alado, representa la resurrección. El león fue el símbolo de San Marcos,
porque abre su evangelio con la misión de Juan el bautista, “la voz de uno que
clama en el desierto.” También establece la dignidad real de Cristo y de su
poder reside sobre la resurrección de los muertos. El león fue aceptado en los
primeros tiempos como un símbolo de resurrección, debido a que los cachorros de
león nacen pequeños inmóviles y con sus ojos cerrados durante los primeros
días, hay un mito de que los cachorros de león nacen muertos, pero vienen a la
vida después de tres días. Esto recuerda a los cristianos de la Resurrección.
Otra idea es que los leones duermen con los ojos abiertos, por lo que los símbolos
de vigilancia. San Lucas con su icono que es un buey con alas, representa la pasión (el sacrificio). La forma
del buey es en virtud de que es la bestia de sacrificio, como un buey es signo
de fuerza, diligencia y paciencia, e incansable por los trabajos a realizar.
Como un animal de sacrificio, con Jesús se hace hincapié al sacrificio de la
expiación. Recordemos los sacrificios griegos a sus dioses eran ganado, el
termino holocausto proviene del griego holós, que significa todo y del término
kausis, que significa quemar, de modo tal que el sentido literal holocausto es
la acción por la cual se quema todo aquello que se somete. Así para los griegos
un holocausto era un gran incendio que arrasaba con todo un bosque. Los
antiguos israelitas cambiaron el sentido y lo limitaron a “un sacrificio en que
se quemaba toda la víctima”. El ganado sirve también para la expiación del
pecado por la sangre derramada, es el punto en que este evangelista hace fuerte
su texto. San Juan con el águila, representa la ascensión. El águila fue asignada a San Juan porque, como el
águila se eleva hacia el cielo, igual subió hacia arriba el espíritu de Cristo
al reino de los cielos para traer de vuelta a la tierra la revelación del
misterio sublime y terrible. Una de las primeras leyendas señala al águila que
renueva periódicamente su juventud al volar cerca del sol y luego se sumergirse
en un lago o fuente. Sobre esta base, el águila se convirtió en un símbolo de
la Resurrección. Además, desde el águila se dispara que se alza, se convirtió
en un símbolo de la Ascensión de Cristo. Águilas también son los cristianos que
han muerto y resucitado otra vez.
Las pinturas de la cúpula y el retablo se
restauraron entre septiembre del 2006 y enero del 2007, gracias al mecenazgo de
la familia Bermejo-Ramos y la gestión de la Cofradía de la Virgen de la Luz,
según reza en un rótulo. Hay una reja de hierro forjado, del siglo XIX,
cerrando la capilla mayor.
En el lado de la Epístola cerrada con una
reja[19]
está la capilla del Cristo, hay una interesante imagen del Santo Cristo de la
Expiración, en madera policromada. En el
año 1699, cuando se colocó la reja en la capilla, se colocó solemnemente la
nueva imagen del Santo Cristo de la Expiración donada por el canónigo de la
catedral de Segovia don Benito Gómez, natural de Arroyo de la Luz, la imagen
actual es el año 1816 que sustituyó a la imagen antigua que quemaron los
franceses en 1809[20].
Bajo los pies del Crucificado hay una imagen del Niño Jesús, en madera
policromada, obra del siglo XVIII. La capilla del Santo Cristo ya existía en el
siglo XVIII, según consta en el Inventario con fecha 1717, aunque se llevaron a
cabo obras de remodelación de la misma, finalizando los trabajos en el año
1719, durante la mayordomía de don Juan Gabriel y con la aprobación de don
Sancho Antonio de Velunza, Obispo de Coria[21].
Pinturas
de cúpula en la capilla del Cristo
El
Día de la Luz, fiesta de Interés Turístico Regional (desde 1997), es una fiesta
muy importante para Arroyo de la Luz, cuenta con una parte religiosa y otra
social. En el Archivo
Parroquial hay un documento de 1557 en que se nos cuenta como se celebraba el
Día de la Luz. El Obispo de Coria, Don Diego Enrique de Almansa, gran amigo de
San Pedro de Alcántara, se encontraba en Italia asistiendo a las sesiones del
Concilio de Trento. En su nombre hace la Visita Pastoral en Arroyo el Doctor D.
Pedro Salcedo, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Coria. Estaba en Arroyo
por la Semana Santa de aquél año y asiste a la Fiesta El Día de la Luz. Nos lo
dice en el acta que levanta el Secretario del Visitador con la belleza del
idioma de la época:
“Aviendo visitado el Señor visitador la dicha hermita de la Luz e
aviéndose hallado en ella el segundo día de Pascua de Flores que es el día
aquesta Villa tiene devoción de ir en procesión a ella hallo que tenga gran
necesidad de abrirse una puerta a la parte del mediodía a donde al presente
tiene un altar en el que solidan decir Misa en dicho da fuera de la dicha
hermita”.
A lo largo de los siglos ha ido cambiando constantemente
la forma de celebrar el Día de la Luz. Los arroyanos iban en procesión hasta la
ermita de su patrona, y posteriormente en carros y en carretas. Ese día la Misa
se decía al aire libre, de campaña, en un altar que estaba situado en uno de
los lados de la ermita.
En la actualidad, la parte religiosa comienza con la Procesión del
estandarte llevada por el jinete ganador "a la mejor carrera" del
pasado año, de la Patrona desde la iglesia de la Asunción ubicada en la Plaza
de la Constitución hasta la iglesia de San Sebastián.
Seguidamente se va a la ermita de Ntra. Sra. la Virgen de la Luz, donde
tiene lugar una Misa Solemne antecedida por una procesión de la Patrona en las
inmediaciones del santuario.
Una vez finalizado el culto religioso da comienzo las famosas carreras
de caballos y desfile de carrozas por la calle Corredera. Las Carreras de caballos fueron una consecuencia normal de la
Fiesta. Los hombres volvían de la romería con sus caballos enjaezados y sus
mujeres a la grupa. La gente del pueblo salía a la calle principal, la
Corredera, a ver y a disfrutar del espectáculo del colorido de jinetes tan
vistosos y damas tan engalanadas. Así nacieron las ya famosas Carreras de
caballos del Día de la Luz. Otra versión es que los moros, derrotados, huían
corriendo a caballo por la calle Corredera mientras que los cristianos los
perseguían. Y también se habla de los cristianos corriendo por la misma calle
para dar la noticia en el pueblo, de su victoria frente a los moros.
[1]FUENTES
BAQUERO, C: “La Luz de Arroyo”.
Cáceres, 1990, pp. 31-33.
[2]Acta
municipal del año 1817. leg. 6, carpeta
2, 14 de marzo de 1817. Archivo Municipal de Arroyo de la Luz. Apéndice
documental.
[3]ESTEBAN
ORTEGA, J: Corpus de Inscripciones
Latinas de Cáceres I. Norba.
Universidad de Extremadura. Cáceres, 2007, pp. 71 y 72.
[4]“Y en cinco días de abril de noventa años se
recibió cuenta de Pedro Sánchez Polo
mayordomo que fue de la Luzena de los años ochenta e cinco a ochenta e seys
años que estuvo al cargo de la mayordomia e halló que fue alcanzado quando dio
la cuenta por mil e quatrocientos cinquenta maravedís los quales dio a Julio
Alonso Blanco mayordomo que adelante fue”. FUENTES BAQUERO, op. cit., p.
24. Según el prof. Sánchez Salor, el nombre de “Luzena” podría venir del latín
“lucens-lucentis”, palabra constatada en el siglo XIII y que significa
“claridad”. La romanización de la Lusitania dejó abundantes huellas en la
toponimia extremeña. SANCHEZ SALOR, E, en Aguas Vivas, II, 1989.
[5]Libro
de Cuentas de la Virgen de la Luz (1630-1832), sig, 117, durante la mayordomía
de don Juan Mateos Holgado, año 1768. Archivo Diocesano de Cáceres.
[6]Acta
del año 1817, donde se especifican los desperfectos ocasionados durante la
invasión francesa, leg. 6, carpeta 2, 14 de marzo de 1817. Archivo Municipal de
Arroyo de la Luz. Apéndice documental.
[7]Los
gastos que justificaba el mayordomo mediante recibo, hacían referencia a la
conservación del edificio, el culto y ornato de la Virgen. Cuentas de la Virgen
de la Luz (Libro de Cuentas de la Virgen de la Luz (1630-1832), sig, 117. El
día 25 de mayo de 1733 el Obispo don Miguel Vicente Cebrián, que estaba en
visita pastoral en Arroyo, dispuso en la ermita que “en atención a el alcanze que de la quenta ultima dada, de la renta de
la dicha Hermita resulta, mandamos asimismo se convierta en hacer un Camarín
para Ntra. Sra. y para ello, lo anexo y dependiente damos comisión a don
Francisco Pérez Flores, Cura Rector de la Iglesia Parroquial desta dicha
villa”. Las obras del camarín importaron 6235 reales. Interviniendo en las
mismas los maestros portugueses Pedro Alvarez y Miguel Zancada. Cit. FUENTES
BAQUERO, op. cit., p. 140.
[8]
Don Juan Antonio Marín manda construir el púlpito de la ermita, según consta en
el asiento correspondiente: “Mas
quinientos y tres reales y medio que pago a Francisco de Escandón, vecino de
las Brozas, maestro de cantería por aver hecho un pulpito de cantería en la
iglesia de la hermita, un aguamanil y alacena en la sacristía y en dicha
cantidad entran los portes de llevar las canterías de la Zafrilla a la hermita, hierro para las zencas del
pulpito y plomo para fortalezerlas. Todo lo qual costo de postura y carta de
pago del dicho maestro. Y son maravedíes 17119”. Cuentas de la Virgen de la Luz, libro 117
del Archivo parroquial que comienza en 1630. Los gastos que justificaba el mayordomo
mediante recibo, hacían referencia a la conservación del edificio, el culto y
ornato de la Virgen. Archivo Diocesano de Cáceres.
[9]Vid.
Sobre este pintor MOGOLLON CANO-CORTES, M. P: “La pintura extremeña del siglo
XVIII: Los Hidalgo”. Revista Norba IV, Cáceres, 1983, p. 66.
[10]“Dozientos y doze reales y medio que pago a
roque de Benavides vezino del Casar de Cazeres dorador y pintor por aver
compuesto la imagen de bulto del Sr. San Bartolome Apostol y pintar en marco
embutido en la pared la del Señor San Blas y todo el nicho donde están ambos
santos”, y un segundo asiento donde se especifica: “mas nueve reales y medio que pago a Alonso Aparicio por dos varas y
media de lienzo fino para el cuadro del Señor San Blas”. Libro 139. Archivo
Diocesano de Cáceres. El cuadro fue destinado a la ermita de San Blas; pero, en
el año 1851, encontrándose ruinosa, la compró don Juan Manuel Marín de
Sobremonte por 350 reales y se destinó a vivienda. El cuadro se llevó a la
ermita de la Virgen de la Luz.
[11]GARCIA
MOGOLLON, F. J.: “Iconografía de San Pedro de Alcántara en el arte extremeño”,
Memoria del V Centenario del Nacimiento de San Pedro Alcántara. Diócesis de
Coria-Cáceres, año Santo Alantarino, Coria, 1999, p. 208.
[12]ANDRES
ORDAX, S: “San Pedro Alcántara: Iconografía, temas y obras de arte”. San Pedro
de Alcántara y su tiempo. Catálogo de la exposición iconográfica, Cáceres,
1990.
[13]Gastos
que se consignan en la realización de una nueva imagen de Ntra. Sra. de la Luz,
Patrona de Arroyo de la Luz. Hay que sumar 500 reales por trasladar desde
Madrid a Arroyo la imagen. El mayordomo
don Jerónimo Sanguino se trasladó a Madrid para llevar varios dibujos de la
antigua imagen de la Virgen, con el fin de que el escultor realizara una imagen
parecida a la antigua. Archivo Parroquial de Arroyo de la Luz.
[14]
Inventario realizado el día 11 de marzo de 1946 durante la mayordomía de don
Cándido Bernal, ante el párroco don Hipólito Luengo. Archivo Diocesano de
Cáceres.
[15]Cit.
FUENTES BAQUERO, op. cit., p. 135 y 136.
[16]Gastos
realizados en la ermita de la Virgen de la Luz, durante la mayordomía de don
Jacinto Marín, años 1658-1660. Libro de Cuentas de la Virgen de la Luz
(1630-1832), sig, 117, Archivo Diocesano de Cáceres.
[17]Libro
de Visitas número 5 (1686-1701), número
161, visitas de 1701. Archivo Diocesano de Cáceres: “iten quatro evangelistas que están en pintura redonda a las quatro
esquinas de la capilla”. Inventario General realizado por el notario don
Manuel de Robles y el mayordomo don Sebastián Bravo Tejado, según la Visita
realizada por el licenciado don Andrés de Andrade, abogado de los Reales
Consejos y Visitador General del Obispado de Coria. Archivo parroquial.
Inventario realizado en el año 1946 durante la mayordomía de don Cándido
Bernal, ante el párroco don Hipólito Luengo.
[18]FUENTES
BAQUERO, op. cit., p. 167.
[19]La
reja se trajo Robleda (Ciudad Rodrigo) y se colocó en el año 1699. Inventario
de la ermita de la Virgen de la Luz, durante la mayordomía de don Mateo Durán
Valencia. Libro de Cuentas de la Virgen
de la Luz (1630-1832), sig, 117, Archivo Diocesano de Cáceres.
[20]Colocación
del Santísimo Cristo de la Expiración en su capilla, año 1817. Acta, leg. 6,
carpeta 2, 14 de marzo de 1817. Archivo Diocesano de Cáceres. Apéndice
documental.
[21]Libro
de Cuentas de la Virgen de la Luz (1630-1832), sig, 117, Cuentas de la ermita
con fecha 1719. Para la terminación de la construcción de la capilla del Santo
Cristo de la Expiración se entregaron 737 reales de vellón procedentes de la
venta de tres novillos. Archivo Diocesano de Cáceres.
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