HISTORIA
DEL CEMENTERIO DE TRUJILLO.
El cementerio de la Vera Cruz se ubicó en torno a la iglesia de la
Vera Cruz, de ahí su nombre, en el siglo XIX. Dicha iglesia tuvo sus orígenes
en el Medievo, tal y como se desprende del testamento del trujillano Álvaro de
Hinojosa, otorgado el 14 de marzo de 1489 ante el escribano Juan López de Haro[1], y en el que dispone que
se le dé sepultura en este templo.
Actualmente, solamente se conservan en la iglesia, los muros
maestros, algunos arcos, como el arco de medio punto de acceso al interior del
mismo y los de la nave, así como un esgrafiado casi perdido, posiblemente
ejecutado en el siglo XVI, que representa un Calvario (el Crucificado, la
Virgen y San Juan), y restos de esgrafiados con representaciones geométricas y
vegetales por los muros del templo.
Esta iglesia tuvo gran importancia hasta su derribo por las tropas
napoleónicas en 1809[2], algunos de sus bienes
muebles y documentos parroquiales que no fueron destruidos se conservaron en
otras parroquias de la ciudad y de sus arrabales (la parroquialidad se trasladó
a Huertas de Animas)[3]. De hecho, algunos de los
principales linajes de la ciudad tuvieron allí su sepulcro, tal es el caso de
los Escobar[4].
En el siglo XIX esta iglesia quedó incluida dentro del Cementerio
Municipal que recibió el nombre de “Vera Cruz”.
Según se desprende por los
testimonios de don Clodoaldo Naranjo en su libro, este presbítero conservó uno
de los pocos documentos rescatados de la iglesia de la Vera Cruz, pues consta
como expediente de traslado de la parroquialidad al arrabal de Huertas de
Animas y el inventario de piezas muebles que tenía el templo, tales como un
retablo mayor con seis cuadros, otros cuatro retablos más que estarían en los
laterales del templo y contenían pinturas de la Virgen, San Simón, San Juan
Bautista y la Virgen del Puerto, así como un retablo dorado con un cuadro de la
Virgen de la Antigua, además de lámparas, custodia, cálices y otros objetos de
platería[5].
Los primeros pasos legales para la creación de un cementerio en
Trujillo datan de abril del año 1812, fecha en la cual se convoca a los
párrocos de las iglesias de Trujillo para la construcción de un cementerio de
satisfaciera las mínimas reglas de higiene y salubridad que prescriben los
Reales Decretos[6].
La disposición tercera de la Real Orden de 1787[7] recomendaba que la
construcción de los cementerios se hiciera en las afueras de la población en
los que existiese alguna construcción religiosa para que sirviera de capilla.
En un principio se pensó en la idea de construir el cementerio de Trujillo en el
convento de los frailes descalzos de la Magdalena, que se encontraba
deshabitado y en mal estado de conservación desde la ocupación francesa[8], otras opciones fueron la
huerta del convento de San Francisco el Real de la Puerta de Coria e incluso,
el Albacar del Castillo, en un principio fue la opción elegida los médicos
nombrados para dictaminar un lugar apropiado para la creación del cementerio[9], pero esta decisión no fue
apoyada por el alférez mayor de la fortaleza, el Marqués de la Conquista. Ante
la urgente necesidad de la creación de un cementerio, provisionalmente se
habilitó la huerta del convento de San Francisco el Real, para ser un espacio
tan reducido se optó por buscar otras soluciones como por ejemplo la creación
un cementerio en las proximidades de la iglesia parroquial de Santo Domingo[10] o en el convento de la
Magdalena en agosto del año 1814 estaba habilitado como almacén del Regimiento
de milicias[11],
sería el lugar idóneo por encontrarse situado entre Trujillo y los arrabales de
Huertas de la Magdalena y de Ánimas. Pero la comunidad del convento de San
Miguel que la propietaria de la Magdalena, expresaba la imposibilidad de ceder
el convento para la creación de un cementerio. Mientras tanto, el Ayuntamiento
de Trujillo dispuso de un cementerio provisional que sería la iglesia
parroquial de la Vera Cruz se encontraba en estado ruinoso, lugar que fue
aprobado por los médicos encargados de la inspección[12].
Se llevaron a cabo las obras para la habilitación del cementerio
junto a la capilla de la Vera Cruz con un coste de 12.500 reales, el lugar fue
bendecido el 18 octubre del año 1820[13] al mismo tiempo que se
pasaba oficio a todas las iglesias parroquiales y conventos para que cesaran
los enterramientos en los mismos pronto se iniciaron los preparativos para la
construcción de un cementerio permanente en el mismo sitio, rematándose
en el año 1820 la subasta de las obras
en 8000 reales de trabajos de
albañilería y 1900 reales de carpintería[14]. En 1870 el Ayuntamiento terminó la
construcción de los muros del cemetnerio católico, dentro del recinto quedó la
iglesia de la Vera Cruz, tal y como reza en una inscripción situada en el
frontón de la puerta de acceso al mismo: “AÑO 1870”.
El cementerio de Trujillo comenzó a funcionar viéndose la administración en el año
1871 en la necesidad de ampliarle en dirección a la huerta del convento de San Francisco el Real[15], expediente que fue aprobado en marzo de 1878[16].
En 1890 se trasladó al interior de los restos que quedaban de la
antigua iglesia la estatua orante de Hernando Pizarro, desde la cripta del
convento de San Francisco[17]. En la actualidad, ha
sido restaurada y ha retornado a la iglesia de San Francisco, se encuentra
situada en el crucero de la parroquia en el lado del Evangelio.
En 1894 se especula con la posibilidad de
llevar a cabo un ambicioso proyecto de ampliación, aprovechando al máximo las
dimensiones del terreno de la cerca contigua a uno de los lados del cementerio
civil. El terreno útil para enterramientos, según parece en los planos del proyecto
se articulaba en dos patios con arcadas escarzadas sobre columnas semejantes a
las de la capilla de 1884 y las del ensanche de 1890. Estos dos espacios
fortificados cobijaban las galerías de nichos, dispuestas en tres pisos, y los
enterramientos en suelo. Las 370 nuevas sepulturas proyectadas cubrirían a
satisfacción las necesidades de una población, que en 1897, entre Trujillo y
sus arrabales, sería de 9.158 almas[18], y las de varios años posteriores.
El cementerio proyectado disponía de un
interesante e higiénico sistema de aspiración a través de unas chimeneas
situadas en la parte posterior de las hiladas de nichos cuyo objetivo era el de
facilitar la ventilación y canalización de los olores de descomposición. El
resto del espacio de la cerca se destinaría
a diversas dependencias anejas como el depósito de cadáveres y la vivienda del
encargado municipal. El presupuesto de las obras era de 45.249,60 pesetas.
En 1895 el proyecto es presentado a la
administración municipal, que acordaría su paso a las comisiones de Obras y
Beneficencia para su estudio e informe a cerca del modo de efectuar las obras[19]. Esta es la última
noticia que tenemos al respecto, pues, por razones que desconocemos, las obras
nunca dieron comienzo. Ese mismo año se emprenden los trabajos de un nuevo
proyecto de obras en el cementerio, redactado por el arquitecto municipal
Eduardo Herbás, con el fin de dotar a la capilla construida en 1886 de altar,
retablo y sacristía; esta última se ubicaría en un estrecho espacio existente
entre la pared posterior del ala derecha de nichos y el muro de la cerca sobre
la que se realizó la ampliación de 1886.
El altar y el retablo se construirían con
mampostería y ladrillo. La ornamentación a base de escayola y pintura al óleo
para los acantos de los capiteles, guirnaldas del entablamento y los demás
detalles decorativos, como los del frontón que remataba el conjunto, estaba
dentro del gusto historicista clásico que tanto empleara este arquitecto en los
proyectos arquitectónicos de Trujillo. Se conserva una trama de
esgrafiados en punta de diamante concebida a la manera italiana de finales del
siglo XVI y la escena del Calvario, en muy mal estado de conservación.
Debemos hacer una breve alusión a
la amplia gama de estilos (neoclasicismo, eclecticismo, romanticismo) que muestran los panteones
ubicados en la parte decimonónica del cementerio trujillano. Donde podemos
observar claramente, gracias a los panteones las diferencias sociales
existentes en la ciudad: la élite noble de la ciudad, una nueva burguesía,
dueña de los medios de producción y consumo; y, la clase obrera, éstos se
enterraban en el suelo o en nichos modestos. Nos encontramos con suntuosos
panteones pertenecientes a las familias nobles trujillanas, entre los que
destacamos, el de don Francisco Orellana Bravo (1820), don Pedro de Abecia
(1841), don Fabián de Orellana y Bravo (1873), de don Félix Spina García de
Paredes (1883), del Excmo. Sr. Marqués de la Conquista y Vizconde de Amaya,
Orellana Pizarro (1889); del Conde de Tres-Palacios (1891), doña Ramona Romero
de Castañeda (1900), don José Montalvo Martín y doña Antonia Núñez (1930); de
Vargas, viuda de Montalvo (1949), familia de Castellano; entre otros.
Panteones de los burgueses que
fueron los auténticos artífices de los ensanches en las calles de Margarita de
Iturralde, Encarnación, Paseo del Mercadillo y zona del Campillo, tales como el
de doña Ignacia Elías Serrano, don Juan Mediavilla Martínez (1867), de don Luis
Pérez-Aloe Mediavilla (Alcalde de Trujillo entre los años 1910-1913), de don
Elías Núñez y don José Núñez (Alcalde de Trujillo entre los años 1925 y 1930,
cuando se inauguró la estatua ecuestre de Francisco Pizarro), de la familia
Sanz Carrasco, de la viuda de Pineda, de la familia Ledesma-Reglado, de
O´Mullony Martínez, de La Calle Zuasti, de la familia Fernández Shaw, de don
Manuel Grande y Valdés, de don Juan Fernández Paredes (Alcalde de Trujillo
entre los años 1937 y 1938); de la familia Pérez-Aloe y Elías; don Luis Peralta
y familia; don Pedro La Calle Artaloytia, de don Fernando Salazar; entre otros.
Capítulo aparte es el llamado
“patio de los curas”, donde están enterrados algunos de los más preclaros
sacerdotes que ejercieron su ministerio en Trujillo como don Gregorio Ildefonso
Cidoncha y don Clodoaldo Naranjo Alonso (Canónigo Honorario de la Catedral de
Lima, Miembro Correspondiente del Instituto Peruano de Investigación y Capellán
de Honor de la Capilla de Francisco Pizarro). Pues, don Ramón Núñez Martín,
hijo adoptivo de Trujillo, está enterrado en una tumba en la capilla del
cementerio.
La actual capilla del cementerio se
encuentra en el centro del mismo, rodeada de
panteones y bellos cipreses. La fachada está rematada por un frontón
triangular, la cubierta se cierra a dos aguas, con un espacio recto donde se
eleva una espadaña, también con remate triangular. La capilla es un edificio de planta
rectangular de una sola nave, cubierta con dos bóvedas de aristas, el altar lo
preside un retablo neogótico con un crucificado moderno. Esta capilla fue
diseñada en el último tercio del siglo XIX dentro del proyecto de ampliación
del cementerio. Se trata de un diseño sencillo y recogido, que se inscribe
dentro del estilo neogótico. Este espacio, por su proximidad a la capilla, fue
regido tradicionalmente por familias de alta posición para tener allí su enterramiento,
lo que hace que muchas de las tumbas construidas allí tengan un gran interés
artístico, consistente algunas de ellas en tumbas muy similares, de forma
rectangular, en cuyo centro se sitúa una losa lisa y una lápida vertical
rectangular, rodeado todo ello por una cerca de pivotes en piedra y una cadena
de metal. La losa funeraria del sepulcro de don Ramón Núñez, se encuentra en el
interior de la capilla, en el lado de la Epístola y contiene la siguiente
inscripción: DON RAMON NÚÑEZ MARTÍN. PÁRROCO EMERITO DE SAN MARTIN. HIJO
ADOPTIVO DE TRUJILLO. FALLECIO EN EL SEÑOR EL 7 DE OCTUBRE DE 2006. A LOS 93
AÑOS. TRUJILLO RECUERDA Y AGRADECE SUS DESVELOS PASTORALES Y LE TIENE PRESENTE
EN SUS ORACIONES.
A sus pies se guardaron los restos
de su madre, doña Juliana, por deseo expreso de don Ramón, que había pedido
enterarse con su madre en el nicho de su propiedad donde reposaba; pero sus
amigos entendieron que aquel nicho normal, uno más de los muchos que en el
cementerio, era poco por una persona de su rango. El entonces Alcalde de
Trujillo don José Antonio Redondo, aceptó abrir una fosa en el piso de la
capilla del cementerio donde alojaron sus restos.
[1]
Archivo de la Diputación de Cáceres. Sección Sanidad, Leg. 375, núm. 2. Cit.
RODRIGUEZ MATEOS, M. V: “La antigua iglesia trujillana de la Vera Cruz”. Norba-Arte, XVIII-XIX (1998-1999).
Universidad de Extremadura, Departamento de Historia del Arte, Cáceres, 1985,
p. 25. Según don Clodoaldo Naranjo Alonso, fue construido el templo a finales
del siglo XIII (no olvidemos que la reconquista definitiva tiene lugar en el
año 1232). NARANJO ALONSO, C: Trujillo y
su tierra. Historia, monumentos e hijos ilustres. Trujillo, 1923, vol. II,
p. 75.
[2]
“Quemaron los franceses la casa de Diego
Pizarro, la casa del Paular que se llamaba del Toro, los archivos y edificios
de la Vera Cruz y San Andrés, el hospital de Sta. Lucía, en la calle de Garciaz
y otros edificios como la ermita de los Mártires, en 1809”. Libro de Rentas
de la parroquia de Santa María, Cit. NARANJO ALONSO, op. Cit., p. 330.
RODRIGUEZ MATEOS, M. V, op. cit., p. 27.
[3]
TENA FERNANDEZ, J: Trujillo, histórico y monumental, op. cit., 543 y 544.
[4]
NARANJO ALONSO, op. Cit., p. 270.
[5] Ibidem, pp. 77 y 78.
[6] Colección Legislativa, tomo 18,
Madrid, 1834, p. 131. Archivo Municipal de Trujillo, Libro de Acuerdos de 2
abril 1812, fol. 19 vº. Cit. PIZARRO GÓMEZ, F. J: Arquitectura y Urbanismo en Trujillo, op. cit., p. 347.
[7] Novísima recopilación de las leyes de
España, libro I, título tercero, Ley I, p. 18.
[8]
Archivo Municipal de Trujillo, Libro de Acuerdos de 31 marzo de 1812, fols. 17
y 17 vº.
[9]
Archivo Municipal de Trujillo, Leg, 414, Libro de Acuerdos del 16 junio 1812,
fols. 26 vº y 27. Cit. PIZARRO GÓMEZ, op. cit. p. 348.
[10]
Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 416, Libro de Acuerdos del 29 agosto del
año 1814, fol. 79.
[11]
PIZARRO GÓMEZ, op. cit., p. 349. Vid. Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 416.
Libro de Acuerdos del 23 diciembre del año 1814, fol. 129.
[12]
Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 564, libro 2, s. f.
[13]
Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 564, libro 2, expediente para la
construcción de un cementerio, s/f.
[14]
PIZARRO GÓMEZ, op. cit., p. 350.
[15]
Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 471, Libro de Acuerdos del 25 de diciembre
del año 1871, fol. 66. Leg. 477, Libro de Acuerdos del 10 mayo del año 1875,
fol. 35 vº.
[16]
Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 480, Libro de Acuerdos del 18 marzo del año
1878, fol. 16 vº. Cit. PIZARRO GÓMEZ, op. cit., p. 354.
[17] TENA FERNANDEZ, J, op. cit., p. 545.
[18]
Vid. Juan SANZ ANTON: La población
cuantitativa de Trujillo durante los siglos XVIII al XX. op. cit., p. 14.
[19]
Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 497. Libro de Acuerdos de 1895. Acuerdos de
11 de febrero, f. 18.
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