LA
REPRESENTACION DEL “MEMENTO MORI” EN EL CONVENTO DE SAN VICENTE DE PLASENCIA
La
representación de la muerte ha sido una constante a lo largo de la Historia el
Arte, destacando la Baja Edad Media con la figuración de la danza de la muerte
como máxima exponente. Es, claramente, un tema artístico, señalando que cuando
nos referimos a representación aludimos a su recreación, dejando a un lado todo
lo concerniente a la muerte como documento.
En el Convento dominico
de San Vicente, actual Parador de Turismo, encontramos una representación de la
muerte con la guadaña. Esta edificación conventual fue fundada por la Casa
Zúñiga o Marqués de Mirabel. Se da por cierto que la fundación del convento fue
consecuencia de la necesidad de cumplir un voto particular de doña Leonor de
Pimentel, esposa de don Álvaro de Zúñiga, quien viendo en peligro de muerte a
un hijo suyo recurrió a San Vicente, recién canonizado, para que lo librase del
fatal desenlace. El milagro se obró y Juan, el hijo, llegó a ser Cardenal de
Sevilla. Concedida la Bula por Sixto IV en 1473 comenzó el trazado de la
iglesia y convento bajo la dirección del cantero Pedro González, autor del
puente del Cardenal. El día 13 de abril de 1487 se bendijo la iglesia, claustro
y capítulo por Fr. Pedro de Villalobos, instalándose la comunidad dominica en
el cenobio.
En el centro de la
construcción monástica, próximo al claustro gótico encontramos el esgrafiado
con el esgrafiado de la representación del “Memento mori”, entre otras
representaciones. El sentimiento de caducidad de la vida domina la idea de la
muerte en el Barroco. El campo de cultivo se fue sembrando desde la Edad Media,
concretamente desde el siglo XIV, cuando la población estaba sumida en una
crisis provocada por la peste, el hambre y las guerras, dando lugar a un clima
de inestabilidad espiritual y desconcierto, la pérdida de valores por parte del
clero y una clara conciencia del pecado.
Estas situaciones
extremas que sufre la población encontrarán estímulo en las predicaciones
populares de las órdenes mendicantes como los dominicos, con el fin de infundir
el temor e inducir a los creyentes a la reflexión sobre la banalidad de los
asuntos terrenales como único medio de salvación de las almas. Actitud que se
verá potenciada con la Contrarreforma, jugando un papel decisivo la Iglesia.
Contribuyendo a la idea del carácter perecedero de la vida, hasta el momento
recluida en los conventos, y extendiéndose ahora a la sociedad mediante las artes
plásticas.
La iconografía del
“Memento mori” (Recuerda que has de morir) estará relacionada con lo funerario,
encontrando a finales de la Edad Media interesantes representaciones del cuerpo
humano en descomposición y, a partir del siglo XVI la representación de cadáver
desnudo y corrupto y de la muerte, asociada a la idea de la fugacidad de la
existencia humana, apropiándoselo la Iglesia de la Contrarreforma, poniendo el
acento en el aspecto moralizante con fines doctrinales.
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