La celebración de la Semana Santa en Trujillo viene de tiempo
inmemorial. Podemos partir de la primera mitad del siglo VII, el recuerdo y la
contemplación de los Misterios de la Pasión en la basílica visigoda de
Trujillo, tras muros de la Puerta romana de Coria. La reconquista definitiva de
Trujillo se produce el 25 de enero del año 1232. La defensa de la villa le
volvió a ser otorgada a las Ordenes Militares.
La Hermandad más antigua
existente en Trujillo, del tipo de las militares era la de los caballeros de la
Orden Truxillense, en la que aparecen reguladas reuniones anuales para adorar a
Dios y rendir culto al patrón San Andrés, estableciendo prescripciones religiosas,
de paz y de caridad. Hemos de mencionar en la Baja Edad Media los Vía Crucis
que, traídos a Occidente por los franciscanos que se instalan en el convento de
la Luz en Trujillo, en virtud de la bula pontificia Super Familiam Domus, de
Alejandro VI (25 de julio de 1499), era la liturgia importada de Jerusalén.
Es secular la devoción del Vía
Crucis, que primeramente contemplaba solo siete estaciones, hasta que el
franciscano Leonardo de Porto Mauricio las elevó
a catorce, en la forma que, poco más o menos, meditamos ahora.
Los “oficios”, íntimamente
ligados a la vida municipal trujillana, renacen el día en que los Concejos
arraigan en el suelo español. Por el Fuero conocemos que una de las
atribuciones primitivas del Concejo era la política de la industria y el
comercio, lo que prueba que los menestrales y mercaderes formaban los “oficios”,
ya constituidos y que se agrupaban en las calles colindantes a la Plaza y que
irán adquiriendo un fuerte protagonismo en la vida social de nuestra ciudad.
Una efervescencia cofradiera vive
Trujillo en los años finales del siglo XV, dirigida por los franciscanos fray
Pedro de Melgar y fray Juan de Guadalupe, y propiciada en
Castilla y León por los Reyes Católicos en un deseo de restaurar la maltrecha
moralidad pública, imprescindible para crear el ambiente religioso que
propiciase el de cruzada para culminar con éxito el último bastión que quedaba
en España, la conquista de Granada. Esos gremios participaban en celebraciones
masivas en Trujillo en Autos Sacramentales.
Los atrios llegaron a ser
pequeños, así el sentimiento de caridad que despertaban los impedidos que no
podían asistir a estas representaciones que duraban hasta bien entrada la
madrugada, consiguió que estos actos salieran a la calle. Serán los gremios artesanos
existentes en Trujillo, acogidos cada uno a la advocación de una imagen
procesional, los que llenen las calles de “pasos” (del latín “passus”,
sufrimiento). los que se encargen de organizar procesiones religiosas en estos
tiempos medievales.
Sus reglas están presididas por
la obra de misericordia que supone enterrar a los muertos, ya sean hermanos
cofrades, pobres o ajusticiados, atendiendo a su inhumación, exequias y
sufragios.
La economía agrícola de los
siglos XIV y XV, con frecuentes años de malas cosechas, las sucesivas epidemias
que diezman la población española, junto a la mortalidad ocasionada por las
guerras, inducen a actos penitenciales públicos, pidiendo favores celestiales
como remedio de los diversos males. Así, se van configurando las cofradías de
penitencia, uno de cuyos rituales es la celebración de un Vía-Crucis, que
partiendo de la iglesia de la Vera Cruz, pasaba por la plazuela de los
Descalzos, llegaba a la iglesia de Santiago, para regresar de nuevo a la Vera
Cruz por la calle Gargüera.
SIGLO XVI
Por tanto, la constitución de
Hermandades o Cofradías en Trujillo, tal y como las entendemos hoy día, surgen
en los años finales del siglo XV. La representación plástica de los momentos de
la Pasión y Muerte de Cristo se multiplicarán de modo impresionante en Trujillo
en los años finales del siglo XVI, imágenes que saldrán en procesión con un
profundo sentido de religiosidad.
Con el arte religioso como
factor perceptible de la facultad sensitiva-humana puesta al servicio de la fe
movió a más almas sencillas que la dialéctica de sus apologistas y así el
efecto trágico de un Cristo en la cruz, llevaron a muchos corazones a una mayor
compunción que algunas pláticas carentes de fondo.
Tras el Concilio
de Trento (1546-1563) se multiplican en nuestra localidad
estas conmemoraciones multitudinarias, con la formación de hermandades y
cofradías, que se encargarán del ornato y culto de una imagen o “paso”
en concreto. Los viejos estatutos de las Cofradías se hacen tremendamente
exigentes al señalar las condiciones de ingreso en las mismas. De mediados del
siglo XVI data la Cofradía de la Caridad de
Trujillo que comenzó a edificar en 1578 un hospital e iglesia en la Plazuela de
la Encarnación bajo la advocación de San Lorenzo, siendo favorecidos por el
Ayuntamiento que colaboró en la edificación de la obra con 20.000 maravedís y Gonzalo
de Sanabria otros 20.000 maravedís.
El 6 de enero de 1586 el
Concejo y la citada Cofradía concertaban por Escritura Pública, ante Juan
Velardo, recibir ésta de los Propios de la ciudad trescientos
ducados con Facultad Real para terminar en el plazo de breves días las obras, a
las que con otras menores limosnas, ya había subvenido el Ayuntamiento. La
iglesia estuvo bajo el patrocinio y advocación de San Lorenzo. El Hospital era
conocido con el nombre de la Caridad, por la Cofradía a quien se debía tal
construcción.
Gran importancia tuvo en
nuestra ciudad a lo largo del siglo XVI la Cofradía de la Vera Cruz,
la única que tenía disciplinantes. En la tarde del Viernes Santo, anualmente,
concurrían a la iglesia de la Vera Cruz, confesados, jurando ante el mayordomo
hallarse perdonados y contritos. Llevaban preparadas sus disciplinas y sus
cuerpos despojados, cubiertas sus caras y exentos de cualquier signo que
pudiera identificarles.
La procesión que organizaba la
Cofradía citada, el Viernes Santo, partía de la parroquia de la Vera Cruz,
seguía por la plazuela de los Descalzos, bajaba por la cuesta de San Andrés y
pasando por la calle del Paso (antes Olleros), en cuya plazoleta se tenía lugar
el encuentro de la Virgen del Mayor Dolor, de la Cofradía de Caballeros de San
Martín, procedente de la parroquia de San Martín, con el Cristo Crucificado que
venía del templo de la Vera Cruz, continuaban juntos hacia la iglesia de la
Encarnación. La calle que corre paralela a este templo, se la conocía como vía
del Mayor Dolor, por un acto de flagelación que realizaban los disciplinantes
que acompañaban a estas imágenes en la procesión del Viernes Santo.
Un acuerdo concejil del 13 de
abril de 1581 nos habla de esta procesión: “E luego el señor Corregidor dijo que
la cuesta y paso que está desde la puerta de la Vera-Cruz hacia la Encarnación
está muy agrio y mal empedrado, y como pasan por allí las procesiones y
disciplinas del Jueves y Viernes Santo, que se conviene que se aderece y
repare, y así se acordó que el señor Melchor González lo haga traer en pregones
y de razon dello a esta ciudad, para que se haga como mejor y más barato sea y
con brevedad”. El día 26 de marzo de 1582 era ensanchada la calle
de la Vera-Cruz por disposición del Ayuntamiento, tomando terreno de un cercado
de Pedro
Calderón Altamirano.
SIGLOS XVII Y XVIII
El siglo XVII va a constituir
un hito decisivo de los desfiles procesionales pasionistas. El Barroco, como
nueva modalidad cultural, en su afán de realismo y de gran teatralidad,
desarrollará en España la escultura procesional, favorecido por una
religiosidad que lo inundaba todo y por la propia Corona. A mediados del siglo
XVII, surge la Cofradía de Jesús de Nazaret, que piden la oportuna licencia al
Sr. Obispo de Plasencia don Diego de Arce Reinoso para
hacer la procesión, adquirir la imagen de Jesús Nazareno que era venerada en la
iglesia de San Lorenzo, e incorporarla, como un capítulo más, a sus Ordenanzas.
Esta imagen de Jesús Nazareno, se conserva actualmente en el coro de la iglesia
de San Francisco.
En la segunda mitad del siglo
XVII, los gremios trujillanos acogidos a la Cofradía de la Santa Caridad y
Cofradía de Jesús de Nazaret organizan la Semana Santa. El 11 de enero de 1671,
ante el escribano Francisco Márquez, se otorgó
escritura pública de “Contrato y Concordia entre la Cofradía
y Hospital de la Caridad y la Cofradía de Jesús de Nazaret en razón de poner un
retablo en el Altar Mayor de la dicha iglesia”.
En dicho retablo estuvieron
colocadas las imágenes que salían en procesión en Semana Santa. En el centro del
retablo estaba la imagen de Jesús de Nazaret, debajo de ella el Sagrario para
el Santísimo Sacramento, para que los enfermos del Hospital de la Caridad
pudieran recibirlo. A ambos lados, las imágenes de la Verónica y San Juan
Evangelista, y en el ático del retablo, la imagen de San Lorenzo. En un
lateral, la Coronación de espinas, y frente de él se haga otro para el Señor
atado a la columna. Ese mismo año la iglesia de San Lorenzo cambia su nombre
por iglesia de Jesús.
Tras el Decreto de Carlos
III, en 1783, en el cual ordena la extinción de hermandades
gremiales y todas las erigidas sin autoridad real o eclesiástica, decretando
que únicamente podrán subsistir las aprobadas por ambas jurisdicciones y las
Sacramentales, desaparecen por completo las cofradías de la Vera Cruz y de
Caballeros de San Martín, que en la práctica de la realidad casi eran
inexistentes, se limitaban a acompañar en los desfiles procesionales a las
cofradías de la Caridad y de Jesús Nazareno, éstas sí continuarán organizando
la Semana Santa.
Las cofradías trujillanas ven
como su acervo espiritual se enriquece con la concesión de nuevas indulgencias
o ratificación de otras antiguas, con el consiguiente aumento del fervor de sus
miembros y mayor veneración de sus advocaciones titulares.
Todo este auge se va a ver
interrumpido con la Guerra de la Independencia.
Precisamente, en Trujillo, se suspenden los desfiles procesionales de 1809,
ante la proximidad de las tropas francesas y el consiguiente abandono de la
ciudad por parte de sus vecinos. Sin duda, fue el momento más difícil tanto
para la población como para algunas de nuestras antiguas cofradías. Con la
invasión francesa, en 1809, desapareció la Cofradía de la Caridad con la
destrucción del Hospital. La iglesia no corrió la misma suerte, quedó abierta
al culto y continuó en ella la Cofradía de Ntro. Padre Jesús que siguió
celebrando los cultos de Semana Santa a partir del año 1811, fecha en la que se
fundará la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad.
SIGLOS XIX Y XX
El día 12 de diciembre de 1820,
un grupo de representantes de los ciudadanos de Trujillo acudieron al Jefe
Político Superintendente de la Provincia, en súplica de que la Caja de Crédito
Público no se incautase de los bienes y rentas del Hospital de la Caridad, pues
aunque estaba arruinado el edificio que servía para curar a los enfermos a
causa de la guerra de 1809, proyectaba el Concejo destinar los bienes para la
creación de un Hospital Municipal. En 1856 un vecino de Trujillo adquiere el
Hospital de la Caridad por 8.200 reales. Por Real Orden de 1874, El Jefe
Político accedió a la creación de un Hospital Municipal, que fue creado en la
plazuela de los Descalzos.
A las funciones que anualmente
celebraba la Cofradía de Ntro. Padre Jesús acudían un gran número de cofrades y
devotos. Oradores sagrados ocuparon el púlpito de la iglesia de Jesús
predicando en sucesivos Miércoles de cuaresma y en riguroso orden los hechos
más destacados de la Pasión: Oración en el Huerto, venta, prisión de Jesús,
bofetada, azotes, colocación de la corona de espinas, cruz a cuestas,
concluyendo todos estos actos con el canto del “Miserere”, a excepción del
último Miércoles que era santo y al concluir la predicación, a las cinco de la
tarde, se iniciaba la procesión a las cinco de la tarde de Ntro. Padre Jesús y
los demás pasos que componían el desfile de ese día: Oración en el Huerto,
Verónica, Señor atado a la Columna, Señor de las Espinas, San Juan Evangelista,
Bendita Magdalena. El Jueves Santo a las ocho de la noche tenía lugar el sermón
de la Pasión. La procesión del Viernes Santo era organizada por la Cofradía de
la Soledad que tenía sus propios estatutos y actuaba ajena a la otra Cofradía.
En Noviembre de 1846 los
hermanos de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno acuerdan llevar un
distintivo en los actos públicos a los que asistan, éste consistirá en un
escapulario con la imagen de Nuestro Padre Jesús llevando la cruz a cuestas,
estampada en tafetán, color morado y en el reverso una inscripción (N.P.J.N).
El 28 de marzo de 1847, las
Cofradías de Ntro. Padre Jesús y la Soledad acuerdan organizar las procesiones
y las funciones religiosas en común, pero aún habría que esperar un año para la
unión de ambas cofradías. Todas estas reuniones tenían lugar en la sacristía de
la iglesia de Jesús. Se solicita al Ayuntamiento ayuda económica ante la
precaria situación de la población a raíz de la Desamortización para
las funciones religiosas.
La Cofradía de Ntro. Padre
Jesús organizaba la procesión del Miércoles Santo y la de la Soledad, el
Viernes Santo. En Junta celebrada el Domingo de Ramos, 28 de marzo de 1847, se
avienen a que la procesión que hace la Cofradía de Ntro. Padre Jesús el
Miércoles Santo asistan los hermanos de la Soledad con sus insignias,
estandarte y seis velas; participando también éstos, en la procesión que el
Viernes Santo hace la de la Soledad. Y que los hermanos de ambas Cofradías
asistan a los actos religiosos que en la Semana Santa se celebran en el templo
de San Francisco, siendo uno de ellos el Sermón de las Siete Palabras,
Descendimiento y Soledad, el Viernes Santo.
Los pasos que salían en la
procesión del Miércoles Santo: Oración en el Huerto, la Verónica, el Señor
atado a la Columna, el Señor de las espinas, Jesús Nazareno, la Magdalena, San
Juan y la Soledad. El recorrido procesional era el siguiente: De la calle
Encarnación a la calle Nueva, en dirección a la plazuela de San Miguel, subía
por la calles Sofraga y Sillerías hasta la Plaza Mayor, en donde daba la vuelta
alrededor de la misma, seguidamente bajaba por las calles Carnicerías y
Herreros hasta el templo de San Francisco, en donde concluía. Las imágenes eran
trasladadas el Jueves Santo a la iglesia de Jesús, después de sermón de Pasión.
En el año 1848, se agrega la
Cofradía de la Piedad a la de Jesús, considerando además que la imagen de la
Virgen de la Piedad se venera en la iglesia de Jesús, desde la destrucción de
su ermita con motivo de la invasión francesa de 1809. Desde entonces, la divisa
de la Piedad iniciará el desfile procesional del Miércoles Santo junto con el
estandarte de la Cofradía de Jesús. Atendiendo a los beneficios que producían
los miembros de la Cofradía de la Piedad a la de Jesús Nazareno, se acordó que
en obsequio y culto a la Virgen se haga una fiesta el domingo siguiente al día
de la Asunción de Ntra. Sra. el 15 de agosto. El día 5 de febrero de 1848 se
unen las Cofradías de Jesús y la Soledad, que se habían reorganizado aún con
mayor fuerza que antes de que fueran extinguidas con motivo de la
Desamortización.
En 1923 cesó el culto en la
iglesia de Jesús. Su retablo fue depositado en la parroquia de San Francisco.
Un año después, la Cofradía de Ntro. Padre Jesús fue reorganizada bajo el
título de Cofradía de Jesús del Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de la Soledad, que
obtenía el título posesorio de la iglesia de Jesús ante el Juez de Primera
Instancia don Rufino Gutiérrez. De
esta manera el espíritu cofradiero de Trujillo conoció una renovación
espiritual, intensificando los cultos a sus advocaciones titulares.
En los años ochenta se inicia
una recuperación de cofradías y desfiles. En el año 1984 se funda la Cofradía
de San Juan y un año después se actualiza la Hermandad del Cristo del Perdón
con la renovación de sus estatutos (fundada en el año 1952). En el corto espacio
de dos años irán surgiendo nuevas cofradías en Trujillo que se sumarán con sus
hermanos de paso y luz, imágenes, estandartes y bandas de música, a los
desfiles procesionales. De esa recuperación fueron protagonistas un buen número
de personas jóvenes que se incorporaron a las tareas cofradieras. Al mismo
tiempo que se alejaba el miedo, vivido en los setenta, de tener que dejar en el
templo, por falta de hermanos de carga, alguna imagen.
En el año 1992, se crea con
renovadas ilusiones la Junta de Cofradías y Hermandades Penitenciales de
Trujillo que tiene encomendada la tarea de la organización de las procesiones
de Semana Santa. Se reanudan los famosos pregones en la voz carismática de don Agustín
Villanueva, que habían decaído en los años setenta parejos a
las procesiones, y la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias editan nuevas
guías y carteles. En la actualidad, estas cofradías y hermandades han llevado a
cabo la loable labor de restaurar sus imágenes e influyen decisivamente en la
brillantez de los desfiles procesionales.
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