HISTORIA DE LA PLAZA DE TOROS DE TRUJILLO
La afición a los toros forma parte de la historia de Trujillo. Su Plaza
Mayor ha sido testigo de algunos de estos espectáculos, como el celebrado en el
año 1648 en la llegada del rey Felipe III la ciudad.
Era el Ayuntamiento el que ateniéndose a un riguroso protocolo, se
encargaba de organizar la construcción y subasta de tablados y colocación de
alguaciles en lugares estratégicos. Los asientos eran por derecho propio, por
cédula real o por haber abonado su localidad –como diríamos ahora- en los
cuartos suelos y entresuelos. Pero también había algunos que presenciaban la
fiesta desde ventanales y balcones de sus casas y palacios que rodean la Plaza.
Con estos antecedentes es lógico que Trujillo tuviera una Plaza de Toros
fija. Existen documentos que acreditan que existió una plaza de toros en la
antigüedad, lindera a la ermita de Nuestra Señora de la Piedad. La Cofradía de
la Piedad era la propietaria de dicha plaza, estaba en el área que hoy ocupa la
actual Plaza de Toros. El día 19 de marzo del año 1809 los franceses entraron
en Trujillo y destrozaron la ermita y su plaza de toros. En el año 1819, aún
ejercía la Cofradía de la Piedad el derecho dominical sobre la mencionada
plaza, porque, como digo de la peste colérica, se intentó poner en ella un
Lazareto y a este fin el Ayuntamiento solicitó autorización del Alcalde de la
Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad para ello.
En el año 1846 se formó una sociedad para reedificar la Plaza de Toros de
Trujillo, según reza su pequeño libro de acuerdos que se conserva en el Archivo
Municipal. Los dos primeros acuerdos del acta primera, fecha 18 agosto, dicen
literalmente:
“1º.- Se nombra una Comisión compuesta por el señor Marqués de la
Conquista, don Vicente Hernández, don Santiago Martínez, don Hermenegildo
Moreno por el carácter doble de depositario de los fondos de esta sociedad.
2º.- El objeto de esta Comisión era averiguar a quién pertenece en
propiedad la plaza que se trata de reedificar”.
Diez días después, la Comisión se dirigía al Ayuntamiento en solicitud de
compraventa de esta ruinosa fábrica. El Concejo comisionó al regidor don Pedro
Pedraza y al síndico don Guillermo Martínez para averiguar la propiedad de
aquellas ruinas y si se podían vender sin perjuicio de tercero. Estos señores
informaban, el 3 octubre del mismo año 1846, que no había perjuicio de tercero
en la venta con tal de que se ponga la condición de que los compradores no sean
dueños de la cosa vendida en el ínterin que la plaza de toros no se haga.
La Sociedad de Vecinos abrió una suscripción de acciones, valorando la
unidad en mil reales, que sumase el capital necesario para su proyecto. El
mayor accionista fue don Jacinto Orellana, Marqués de la Conquista,
Conforme a este acuerdo, se formalizó el expediente de venta. La Sociedad
de Vecinos abrió una suscripción de acciones, valorando la unidad en mil
reales, que sumase el capital necesario para su proyecto. Se conservan las
listas nominales de vecinos con expresión de calles en que habitaban y acciones
suscritas. El mayor accionista fue don Jacinto Orellana, Marqués de la
Conquista, que suscribió cincuenta acciones. Los suscriptores gozaban de
ciertos privilegios.
El 14 de septiembre del año 1847, el Ayuntamiento vendía el terreno y
materiales aprovechables de las ruinas mencionadas a la sociedad de vecinos en
precio de quinientos reales. De la construcción de la nueva Plaza de Toros se
hizo cargo el arquitecto don Calixto de la Muela, siendo el valor de las obras
236.000 reales. Este precio fue la inicial, pues su totalidad ascendió al
millón de reales.
El diámetro del anillo mide 35 m, siendo por consiguiente su superficie de
962 m². La extensión de los corrales 362 m²; ocupan palcos, gradas y demás,
3338 m², que en total forman 4660 m²; tiene esta plaza transporta centrada, dos
toriles divididos en tres compartimentos, que comunican con los corrales. Por
el Poniente linda con casa de corral que fue de don Miguel Luengo y que hoy
posee doña Petra Delgado Álvarez
Andando el tiempo, el dueño absoluto en forma legal de esta Plaza de Toros
fue el mayor accionista, el Marqués de la Conquista. Según deducimos de los
documentos consultados no se cubrió el número de acciones suficientes para la
obra, haciéndose cargo de ella don Jacinto Orellana, quien al morir el día 27
de julio del año 1899, la lega en herencia a quienes la vendieron el 14
septiembre de 1902, al Ayuntamiento de la Ciudad, por escritura pública
otorgada ante don Manuel Eladio Ferrer y Pérez, en precio de 22.500 pesetas
pagaderas en tres plazos de 7500 pesetas cada uno. Los vendedores de la plaza
fueron don Antonio Orellana Pérez-Aloe, por su propio derecho; doña María
Pérez-Aloe, representada por don José Gil calzaba. Y, don Jacinto Orellana
Avecia, don Carlos, don Jacinto, don Diego y doña Jacinta Cabrera Orellana,
representados por don Agustín Solís Fernández, John Agustín y doña Lucía
Orellana Pérez-Aloe, por don Vicente Álvarez Mateos.
A partir de esa fecha hay constancia de diversos espectáculos celebrados
como digo de las ferias y fiestas del mes de junio. En el año 1909, a partir
del 8 mayo comienzan apareciendo noticias en la prensa sobre las corridas de
toros que se celebrarán unto ese día el Noticiero Extremeño dice: “Ha sido
cedida la plaza de toros a don Miguel Vázquez, quien se propone dar en la feria
de junio dos corridas con toros de Olea y y del señor Conde de Trespalacios, y
en la que actuarán de matadores Vicente Pastor y Gaona. El Ayuntamiento las
subvenciona con 6000 pesetas”.
Al día siguiente aparecen estas noticias que por su relación con la Plaza
de Toros se transcriben: “El resultado de la tienta de reses bravas de la
ganadería del señor Conde de Trespalacios no pudo ser más satisfactorio, pues
algunos de los becerros recibieron 17 puyazos, quedando el ejido para simiente
el que atiende por el nombre de “Calvito” y que es un precioso ejemplar de la
raza astada. Acudió numeroso público de Trujillo y arrabales. Efecto del largo
camino hubo tres automóviles, ocho coches, cuatro carros y veinticinco
caballos, pues el tentadero dista tres leguas”.
El Noticiero Extremeño del día 20 mayo 1909 publica: “Feria de Trujillo
– en los días 3,4 y 5 junio tendrá lugar la feria y fiestas siguientes: Tracas y
fuegos artificiales, sesiones cinematográficas al aire libre, teatro, circo de
gallos, juegos de agua, conciertos y dianas a cargo de la brillante banda de
música del regimiento de infantería de Castilla, de guarnición en Badajoz y
otros espectáculos- dos magníficas corridas en los días tres y 4 junio,
lidiándose en cada tarde seis escogidos toros de las acreditadas ganaderías de
los señores don Eduardo Olea y conde de Trespalacios con las cuadrillas de los
afamados matadores de toros Vicente Pastor y Rodolfo Gaona. Una comisión
formada por el primer teniente de alcalde don Luis Pérez Aloe, don José
Montalvo y don Juan C. de la Peña, dirigirá todo lo relativo a estas fiestas de
toros”.
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